Primera jornada de la Champions 2019/2020. El Atlético de Madrid se mide a la Juventus en el Wanda Metropolitano. El barrio de Las Rosas (San Blas-Canillejas) es un hervidero. El ir y venir de camisetas rojiblancas es incesante a dos horas y media del comienzo del partido. Unas 67.000 personas llenan el recinto para asistir al debut de su equipo en la máxima competición continental de fútbol. Y miles de ellas acuden en coche al estadio pese a las dificultades para encontrar aparcamiento.

En el Wanda, solo hay 4.000 plazas de aparcamiento. Muchos conductores se lanzan a la misión casi imposible que supone poder estacionar su vehículo en los alrededores del estadio. Otros, sin embargo, se quedan en doble fila en algunas calles, como Sofía, Liverpool o Manchester, a la espera de sus plazas. ¿El motivo? Algunos residentes aparcan sus coches en la calle y luego ceden ese espacio a los aficionados rojiblancos que acuden al estadio y no desean dar vueltas a cambio de unos euros, como pudo comprobar 20minutos esa misma tarde varias ocasiones. Y todo ocurre a escasos metros de la oficina de la Policía Municipal en San Blas. 

"Es una práctica habitual desde que se inauguró el estadio. Aparcan su coche por la mañana temprano y antes del partido lo retiran tras acordar un precio", señala un abonado colchonero que también suele ir temprano a la zona los días de partido para dejar su vehículo. "Yo nunca lo he hecho, pero creo que no es ilegal", asegura Alberto, un vecino de la zona. "Mucha gente también deja el coche en la calle y lo que alquila es la plaza de garaje que tiene en su urbanización, que es privada, aunque eso sí a un precio más caro", añade. "También es habitual cuando hay conciertos multitudinarios".

Al principio, la comercialización de las plazas se hacía mediante anuncios en páginas de compraventa de objetos como Wallapop, pero la empresa detectó esta práctica y fue eliminando los anuncios. En otras webs, como milanuncios (abajo en la imagen) o segundamano, sigue siendo posible encontrar estas publicaciones. "Aunque ahora lo que sucede es que muchas personas tiene ya una clientela fija para los partidos y se comunican directamente por móvil, sin pasar por intermediarios", advierte Carlos, otro vecino del barrio conocedor del asunto. 

El precio de la plaza oscila entre 10 y 15 euros frente a los 20 que cuesta estacionarlo en el parking del estadio los días de partido. Solo con los partidos de Liga (19) y Champions (un mínimo de 3) una persona puede sacarse más de 300 euros alquilando un espacio público. En los aparcamientos privados de particulares, que se encuentran cerrados y cuentan con vigilancia, pueden llegar a pedir hasta 30 euros. 

Esta práctica de hacer negocio con el espacio público es ilegal y está considerada como una infracción grave en el artículo 239 de la Ordenanza de Movilidad Sostenible que aprobó a finales del año pasado el Ayuntamiento de Madrid. "Tendrán la consideración de infracciones graves la realización de cualquier tipo de transacción comercial con las plazas de estacionamiento ubicadas en el dominio público", reza el texto en el apartado k. De esta forma, los agentes de la Policía Municipal podrían penalizar estos comportamiento con multas comprendidas entre 101 y 1.000 euros.

Este medio ha sido testigo de la notable presencia policial en la zona durante un día de partido. Los agentes pasan con asiduidad por las calles en las que se realizan estas prácticas, pero no inician ningún tipo de acción o advertencia a los conductores que se encuentran estacionados en doble fila a la espera de que otro vehículo les ceda el espacio acordado. 20minutos ha contactado con la Policía Municipal para saber si en la actualidad hay algún dispositivo establecido para sancionar estas acciones, ya que los vecinos aseguran que son conocedores de esta situación. "No hay ningún dispositivo especial en marcha porque no constan denuncias en la Oficina de Atención al Ciudadanía. No se está persiguiendo. En los días de partido nos dedicamos, fundamentalmente, a labores de tráfico", explican fuentes policiales, quienes destacan que este tipo de prácticas entre particulares son muy difíciles de detectar.