Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten, ha revelado que si él hubiese muerto, sus hijos habrían quedado en libertad, y que no había ningún dispositivo que les hubiera gaseado, como se dijo en un principio.
El monstruo, que permanecerá un mes más en prisión provisional, está convencido de que sus hijos no intentaron escapar porque "nunca se creyeron lo suficientemente fuertes como para atacarme" y sólo él conocía el código de la puerta, según recoge The London Paper.
"Tenía miedo de que mi familia conociera mi crimen"
Sobre la duración del secuestro (8.516 días, desde el 28 de agosto de 1984) Josef asegura que en principio lo ideó como algo provisional, pero que "tenía miedo de que mi familia y todo el mundo conociera mi crimen" y que "después de un tiempo era demasiado tarde para traerla de nuevo a casa" (a Elisabeth).
Asimismo, asegura que no mantuvo relaciones sexuales con su hija hasta la primavera de 1985, porque entonces "no me podía controlar más" y "la presión por hacer algo prohibido era demasiado grande como para resistirse".
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