Etiopía, Australia, Bolivia, Rusia, Siria... Con sólo salir al patio a jugar, los alumnos del centro Altos Colegios-Macarena pueden dar la vuelta al mundo y conocer un trozo de los cinco continentes.
En sus aulas los niños no sólo aprenden las asignaturas. Conocen y conviven con una gran variedad de culturas, porque entre las paredes de este edificio hay niños de 25 países diferentes.
Xia-Bo tiene 12 años, es de Shangai y llegó al colegio en marzo. Uno de sus amigos, también de China, le ayuda a comunicarse bien con el resto. Dos semanas antes se incorporó Alejandro, que viene de Yakutsk (Rusia).
La mayoría de sus compañeros saben lo que es llegar nuevo a un sitio sin saber ni el idioma. En esta clase más de la mitad de los niños son de origen chino, ruso, colombiano, egipcio, boliviano, marroquí, búlgaro e inglés.
«Al principio te tienes que entender a través de gestos» cuenta Lidia Martín, profesora. Para salvar esta dificultad, el colegio tiene un aula de compensatoria y una temporal de adaptación lingüística.
Bajo el lema «Somos diferentes, somos iguales» celebraron el Día de la Interculturalidad para acercar a alumnos y padres las costumbres de sus compañeros.
«Somos distintos por fuera pero todos tenemos corazón». Ésta es una de las decenas de definiciones de interculturalidad que los menores colgaron por las paredes, junto a murales, dibujos y otros trabajos que describían las diferentes procedencias.
Adelio Castaño, el director, ha vivido la construcción de este pequeño puzzle de la bola del mundo. «Cuando llegué, en el 94, no había ni cinco inmigrantes. Ahora tenemos alumnos de los cinco continentes». La cercanía al barrio Macarena y el ser un centro bilingüe en alemán e inglés han contribuido a formar esta torre de Babel.
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