Por este motivo está instalada bajo el Pirineo aragonés, a unos 850 metros de profundidad, en Canfranc, ha informado el Departamento de Innovación, Investigación y Universidad del Gobierno de Aragón en una nota de prensa.

Los experimentos e instalaciones de este laboratorio llevan asociados gran cantidad de dispositivos eléctricos y electrónicos que generan interferencias electromagnéticas radiadas y conducidas que se acoplan a partes sensibles de los detectores disminuyendo su capacidad de funcionamiento.

Por eso, la caracterización y el control de las interferencias electromagnéticas tanto en los experimentos, como en la instalación resultan cruciales para definir elementos y áreas críticas del laboratorio que necesiten mejoras que aseguren el correcto funcionamiento de los experimentos instalados.

"Debido a los últimos problemas de ruido encontrados en los nuevos sistemas de medida instalados, como en el Detector de Radón, o bien en las nuevas y recientes fases de mejora de los experimentos, los detectores de CLYC o la nueva fase de NEXT-100, se considera necesario caracterizar totalmente el laboratorio para poder detectar, corregir y prevenir las interferencias en este para su correcto funcionamiento", han apuntado desde el Ejecutivo autonómico.

De otra manera, muchas de las últimas fases de medida, en las cuales la sensibilidad a alcanzar es crítica, no podrán ser llevadas a cabo, han añadido.

El equipo de Sistemas Eléctricos del centro tecnológico del Instituto Tecnológico de Aragón ha sido seleccionado tanto por su experiencia, ya que que goza del reconocimiento internacional en esta materia, como por sus equipamientos.

LABORATORIO

El Laboratorio Subterráneo de Canfranc está gestionada por un Consorcio formado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España, el Gobierno de Aragón y la Universidad de Zaragoza.

Los experimentos y técnicas que se desarrollan en él solo pueden ser llevados a cabo bajo unas condiciones de bajo ruido radiactivo y por eso se ubica a nivel subterráneo y se rodean los detectores con una variedad de blindajes de diferentes materiales, como cobre, plomo, polietileno y agua borada, etcétera.

Este entorno de bajo fondo radiactivo ideal permite el aislamiento de los rayos cósmicos, condiciones indispensables para realizar experimentos acerca de la física de partículas y astropartículas.

Sin embargo, los dispositivos eléctricos y electrónicos del laboratorio llevan asociados gran cantidad de ruido, como pueden ser el generado por la propia electrónica del experimento -fuentes de alimentación, tarjetas de amplificación, sistemas de lectura, readout chips, clocks-, hasta el proveniente de equipos auxiliares de la instalación situados en su proximidad, como bombas, sistemas de ventilación y variaciones de la red eléctrica.

Por eso, se debe abordar este problema a nivel de instalación, pudiéndose mantener los umbrales de ruido siempre por debajo de unos niveles válidos para el correcto funcionamiento de los detectores y servicios de medida instalados.