Con abril a punto de pasar a la historia, los médicos ya están en alerta de cara al verano coruñés. Objetivo: los jóvenes y el abuso de anabolizantes. La obsesión por el culto al cuerpo (con julio y agosto en el horizonte) es la responsable de que en esta época del año se dispare el consumo de estas sustancias, con el fin de ganar musculatura en tiempo récord.
La consigna, echando mano del latín, es contundente: Mens sana in corpore sano. Hacer ejercicio es saludable, pero un tratamiento hormonal es otra cosa, y depende de los médicos.
«El problema es el descontrol con el que se utilizan, es el joven el que se marca niveles y eso es peligrosísimo». Habla Fernando Cardido, jefe de la unidad de endocrinología del Canalejo, que ya ha visto pasar por su consulta a veinteañeros con problemas que van desde alteraciones hepáticas o renales hasta trastornos sexuales.
El sol, dicen los expertos, alimenta falsos mitos como las dietas milagro o el de ganar bíceps en tres días. Nada más lejos de la realidad. «Lo primero es que no se deben tomar por cuenta ajena; es preciso que se acuda al especialista para someterse a controles periódicos», asegura Cardido.
Y esto choca con el aspirante a culturista por la vía rápida. «La gente que lo hace nunca lo reconocerá, y mucho menos irá a un especialista», dice el endocrinólogo, que alerta de un «aumento progresivo de casos en los últimos años».
La misma situación se percibe en las farmacias coruñesas, que venden algunos preparados «siempre con receta», según el Colegio de Farmacéuticos, aunque hay gente que «prueba suerte» sin ella. Internet y el mercado negro aparecen entonces como alternativa.
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