La inteligencia y capacidad de estudiantes universitarios y amantes de la robótica se puso ayer a prueba en el sexto Certamen de Microbiótica Robolid 08 en el que cada año participan más concursantes y que en esta edición contó con 83 robots que compitieron en varias pruebas de velocidad.
«Los robots son cada vez menos artesanales porque hay más inversión y la gente no busca cualquier cosa», explicó a Efe uno de los miembros de la asociación de Microbiótica de la Universidad, Álvaro Gil.
La velocidad, estabilidad, fuerza y la coordinación de las máquinas hace que pequeños robots compitan entre ellos para permanecer en un tatami, simulando un combate de sumo y que puedan seguir, en la mayor brevedad posible, una línea en la que se presentan varios obstáculos.
Otra de las pruebas es la de rastreadores, una de las que atrae a más concursantes y en ella el robot debe pasar por una línea negra sobre fondo blanco.
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