Una fuente a la que no dejan tener jardín

  • Los vecinos plantan vegetación y algunos vándalos lo rompen todo los fines de semana
  • Otros surtidores no se pueden usar para beber porque se embozan de arena
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En pocos rincones de la ciudad de Alicante cuidan más a su fuente que en la calle Toledo. Los residentes mantienen un pequeño vergel de plantas y arbolitos alrededor del chorro, pero cada dos por tres, se encuentran las macetas rotas y todo por el suelo.

«Mi barrio huele a flores», es el lema que los vecinos anhelan, pero que algunos fines de semana es ignorado y despreciado por los vándalos, tras una noche de fiesta regada con alcohol, según el testimonio de los afectados, que ni siquiera quieren posar ya junto a la fuente o dar su nombre. Temen que les rompan también a ellos sus persianas o ventanas.

Con todo, al menos pueden disfrutar de su agua, algo poco usual en amplias zonas del centro de la ciudad, puesto que los surtidores potables escasean o se encuentran impracticables.

Así, por ejemplo, en todo el tramo del Paseo de Doctor Gadea no hay ni uno solo, mientras en el Parque de Canalejas, alguna está encharcada y nadie se acerca.

Y en otras plazas se han puesto progresivamente «las fuentes del modelo triste de hormigón, que es antihigiénico», opina Joaquim Nadal, paseante que no utiliza coche y recorre a diario las plazas públicas. Él aboga por recuperar las metálicas, las de antaño, más resistentes.

El problema es que al salir el chorro de agua en sentido ascendente, cuando cae arena o piedras pequeñas -algo inevitable por usar estas fuentecillas muchos niños- se forma una capa que hace ya imbebible el chorro, si es que no lo corta por completo al embozarse.

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