Se enteraron por sorpresa y todavía no salen de su asombro. Su empresa, la de toda la vida, la que da beneficios... cierra. «Nos pensábamos que era broma o un rumor infundado», dice Juan Carlos.

Al igual que él, todos tienen hipoteca, familia a su cargo y ven cómo se les escapa el empleo de las manos en cuestión de días. «Este año en la empresa nos casamos cinco, imagínate el plan», nos cuenta otro trabajador angustiado por el qué pasará con los traslados.

«Yo no me lo creo», sentencia directamente Agustín. «Es imposible que recoloquen a 120 trabajadores, unos pocos, puede ser, pero todos...». Es el segundo cierre que vive, ya le ocurrió algo parecido en otra papelera en la que llevaba 20 años.

Aseguran que son una pequeña familia, «estamos unidos, trabajaban nuestros padres, ahora nosotros, ya hay algún hijo... y responderemos como uno a lo que nos pida el comité de empresa», dice Juan Carlos.

Situaciones personales a parte -cada uno tiene la suya-, lo cierto es que ahora toca sentarse y hablar con la empresa. La primera reunión será mañana y escucharán qué les ofrecen a cambio de años de dedicación.

Una decisión de estrategas

La página web de Smurfit anticipa en uno de sus comunicados que la empresa ha tomado la decisión estratégica de retirar del mercado 130.000 toneladas, las que produce Valladolid.

Creen que eso les beneficiará y aseguran que el coste de cerrar la fábrica se mitigará con los beneficios de ese mismo año. Esa misma nota dice que el 9 de mayo está previsto dar conocer los resultados del primer trimestre y el coste del cierre. Los trabajadores interpretan que para esa fecha, ya serán historia.

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