Aitana Sánchez Gijón: "He rechazado muchos papeles de mujeres superficiales"

  • El Teatro Bellas Artes de Madrid acoge, hasta el 23 de junio,  la segunda parte de 'Casa de muñecas', una obra creada en 2017 que da continuidad al clásico de Ibsen de 1879.
  • "Me parece muy bien que la agenda del feminismo haya teñido los partidos políticos", asegura esta actriz que encarna a Nora, una mujer en busca de su libertad.
Aitana Sánchez Gijón se pone en la piel de Nora bajo la dirección de Andrés Lima.
Aitana Sánchez Gijón se pone en la piel de Nora bajo la dirección de Andrés Lima.
JORGE PARÍS
Aitana Sánchez Gijón se pone en la piel de Nora bajo la dirección de Andrés Lima.

La vuelta de Nora. Casa de muñecas 2 comienza con una llamada a la puerta, la misma que Nora cerró de un portazo quince años atrás justo antes de que cayera el telón. La actriz Aitana Sánchez Gijón asume el papel de esta mujer del siglo XIX –pero con lenguaje y vestimenta del XXI– que decide volver a casa con un único objetivo: exigir su libertad. "Aquel portazo fue una cuestión de supervivencia: o se iba de casa o se quitaba la vida", cuenta la actriz que, a su vez, desvela el gran paralelismo de la obra con la actualidad.

¿Por qué decide volver a casa?

No vuelve para quedarse, lo hace porque necesita el divorcio. Ha vivido 15 años pensando que era una mujer libre: ha tenido amantes, ha hecho negocios, ha escrito un libro... cosas que una mujer casada no podía hacer sin el consentimiento de su marido. Pero sigue teniendo límites: firma con seudónimo, la heroína de su libro tiene que morir al final de la historia para que se lo publiquen... Cuando se da cuenta de que nunca obtuvo el divorcio, decide llamar de nuevo a la puerta de su casa.

La Nora de 2019, ¿se ha liberado de las ataduras de la Nora de Ibsen de 1879?

Se ha liberado de gran parte de ellas, pero no de todas. Y esa es su cuenta pendiente. En 15 años ha conseguido cosas que ni siquiera se planteaba antes de dar el portazo. Pero, después de darlo, dejando toda su vida atrás y saliendo completamente despojada de todo, alcanza una cuota de libertad. Sin embargo, hay un punto en el que ya no puede seguir avanzando. Esos 15 años que pasan en esa función simbolizan los casi 150 que han pasado desde que Ibsen escribiera su obra. Desde ese portazo, las mujeres hemos conseguido cosas impresionantes: en 150 años hemos avanzado más que en los últimos 4.000, pero aún no es suficiente: hemos chocado con un techo de cristal.

Entonces, ¿de qué y de quién sigue siendo víctima?

Ella no actúa como una víctima. Según Nora, no podemos quedarnos en ese papel ni asumir como inevitables las cosas que nos venden. Ella dice: "Dentro de 30 años el mundo no será el lugar que yo diga que va a ser, a menos que sea yo quien empiece a cambiarlo". Es una mujer valiente y determinada, con la misión de hacer una sociedad más igualitaria para dejarla en herencia a unos hijos que no ha criado. Ha sacrificado su maternidad y ha creado vacío a unos niños que han crecido sin una madre, por lo tanto, no es ninguna santa. Sin embargo, ese sacrificio tiene un sentido si lo que consigue es construir un mundo mejor.

Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas...

[Se ríe]. Bueno, es curioso que el autor Lucas Hnath haya tenido la osadía de llamar a su función Casa de muñecas parte 2, porque hay gente que dice: "Si no he visto la 1, ¿para qué voy a ver la 2?". De hecho, cuando me pasaron el texto tuve mucha prevención, pensé: "Tiene que ser muy bueno para que funcione". Y lo hemos comprobado después de hacerla durante seis meses.

Una escena de la obra.
Una escena de la obra.

¿Se siente Aitana Sánchez Gijón identificada con Nora?

Afortunadamente me he criado en una familia que me ha educado en la igualdad. No he tenido ni la crisis ni el conflicto de Nora, pero como mujer he sentido los límites. Siendo mujer ya tienes bastante en común con ella.

¿Su lucha es la misma que la del feminismo actual?

Es una prolongación de donde venimos. Cada cierto tiempo se va gestando un calentamiento. De repente, las mujeres llegamos a unas ciertas conquistas y logros y, como tampoco podemos estar peleándonos diariamente, acabamos tolerando ciertas cosas, perdonando y asumiendo. Hasta que la gota colmó el vaso y sucedió el movimiento #MeToo, las manifestaciones del 8-M o el movimiento contra la Manada de los sanfermines.

A la hora de la verdad, ¿no hay algo de hipocresía, como se le ha reprochado a la actriz Leticia Dolera?

No tengo los datos para enjuiciar a nadie. Leticia Dolera está profundamente comprometida, pero a veces la vida nos pone en dilemas muy difíciles de resolver, como esa situación. Las cosas de la vida, como la vuelta de Nora, son más complejas de lo que nos gustaría a simple vista.

¿Qué opina del feminismo liberal de Ciudadanos?

Este movimiento ha sido siempre patrimonio de la izquierda y los grandes avances se han dado gracias a los movimientos progresistas. En todo caso, sí que creo que hay que asumir de manera transversal el feminismo como algo que nos incumbe a todas, seamos del color político que seamos. Pero hay maneras más tibias y más comprometidas de estar con la causa de la igualdad. Aun así, me parece muy bien que la agenda del feminismo haya traspasado y teñido los partidos políticos.

¿Por qué siempre le ofrecen papeles serios y con carácter?

Quizá tengo una tendencia a meterme en historias que revuelven y que resultan catárticas. La comedia me encanta, pero tengo una querencia hacia el drama y la tragedia. Me lo tendría que hacer mirar [se ríe].

¿Ha rechazado muchos papeles por ser frívolos?

He rechazado muchos papeles de mujeres de los que no había mucho que rascar, clichés, y que se quedaban en la superficie.

Como expresidenta de la Academia de Cine, ¿cómo ha cambiado en los últimos 20 años?

La Academia está asumiendo el papel que juegan las nuevas plataformas, el auge de las series y el buen cine que se hace ahora en televisión. Creo que eso es un tránsito hacia otra realidad que la entidad está valorando como algo necesario.

Una vez contrastada la popularidad del cine y la televisión, ¿queda el teatro reservado a las élites culturales?

El teatro tiene una ventaja frente al resto de artes que tienen que ver con contar historias, al margen de los libros, y es que lo que sudece en el aquí y el ahora entre el público y los actores es mágico, un acuerdo tácito. El público también actúa y nosotros comentramos mucho sobre cómo han estado durante la obra.

Una actriz hispano-italiana

Nació en Roma (Italia),en 1968. Comenzó a actuar con 16 años en la serie Segunda enseñanza. Ha trabajado en más de 40 películas y en más de una decena de series, como Velvet. En teatro ha participado en casi una veintena de obras; entre ellas, La vuelta de Nora. Casa de muñecas parte 2, (hasta el 23 de junio, en el Teatro Bellas Artes de Madrid).

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