I love your glasses, Russian Red
Lourdes y compañía (que es variada y competente, ya sea Brian, en el nacimiento maquetero de la aventura, o Manu y Charlie, los más recientes) parecen saber donde pisan por mucho que hayan escalado a las alturas desde la intimidad recoleta del Live in the living en un corto espacio de tiempo.
Si se habla de folk-pop y de Feist o Mazzystar, puede aproximarse al envoltorio de su propuesta sin olvidar a Cyndi Lauper, de la que toma prestado un gran éxito, o aquella Melanie que grababa para Buddah Records (los quiebros de voz de nuestra protagonista también saben de un ayer que, por edad, le debe sonar al paleolítico) o a otros nombres históricos e hiperclásicos.
El título del disco lleva un homenaje incorporado y el sencillo es They don’t relieve, pero Kiss my elbow o Cigarettes le pisan los talones. El circuito cantautoril sigue siendo buena cantera.
19, Adele
Ponga usted un nuevo hippie en su vida, y si es chica, mejor. Así de devorador es el mercado de UK, que ya tiene nuevas estrellas.
La última, Adele, tiene 19 años y no puede ejecutar mejor las piezas acústicas con una brizna de soul.
Brillante Best for last y rezuma candidez First love.
Bestiola, Hidrogenesse
Está claro que esta colección es el carpetazo a la «era Animalitos» que hizo vibrar a sus fans a base de tigres, ponis y demás.
Indisimulado barniz germano por mucho que destaque Vuelve conmigo a Italia.
Cronolánea, Lori Meyers
¿Y el próximo disco se llamará Miscelogía? Tercer disco y hacia arriba.
Hay coros marca de la casa, hay un sencillo directo (Luces de neón) y tres o cuatro en la recámara (El secreto mejor guardado, por ejemplo), amén de un ramalazo latino-español.
Broken hearted lover, Lonna Kelly
Llega Howe Gelb, la protege y cambia su vida. La jovencita casi rockabyllera se transforma hasta quedar cerca de Cowboy Junkies.
Este disco se queda viejo, pues el nuevo está listo.
Troubles of the world o I should be so happy son claros referentes.
Defensa del artista que no existe, Copiloto
Hay pasión desbordante (Chicos en pie de guerra) y letras de pegada.
Decencia y buen gusto, Combo Dinamo
Para muestra, lo certero de la elección del sencillo (Más de lo mismo).
Y además son fetichistas. Ahí queda el vinilo rosado de colección.
Heretic pride, The mountain goats
Aunque parece que John Darnielle ha dejado de lado lo oscuro y se atreve con pasajes en los que entra un haz de claridad.
Aunque no necesite mucha instrumentación y el esqueleto de la guitarra y la voz basten. Lo mejor: Sax.
Ten years younger, Bubblegum lemonade
La canción que abre, con aportación vocal de Sandra Strawberry, es todo un éxito.
Y el toque sorprendente es la versión del tema de cine de The wonders de Adam Ivy (That thing you do!).
El óxido, Xabel Vegas y las uvas de la ira
Pero a los hermanos Vegas les gustan (y lo hacen muy bien) los retratos (véase Aida la carbonera).
Aquí no hay canciones a las que les sobren minutos (ej. Dulce sangrar).
En ningún lugar, Charades
Y la zancada con respecto a su debut es considerable.
Además, La máquina del tiempo le echa carreras a Siete por ser el sencillo, pero no hay que hacer ascos a pasar Un día en Brighton.
Salute you, Tupelo honeys
Son dos gemelos, chica-chico (Linn-Joel), que empastan a la perfección sus voces.
Boy you’re all right infecta a la primera y se pasean por el catálogo de armonías vocales desde los sesenta hasta la fecha.
Drunk women and sexual water, Theo Hakola
Un disco soberbio, letras desgarradas, la cuerda suena vibrante… Y querencias por Lauren Bacall o Dylan, del que revisa Ballad of a thin man.
Juegos olímpicos, Varios
En 23 cortes de propios y asociados, nacionales y foráneos, la grada disfruta de especialidades distintas pasando por medallas, carreras y partidos. Un disco que merece ser portada del As. Hay fiesta olímpica el 11 de abril en Madrid (Barbarella) con Nadadora, Francisco Nixon, Aldo Linares, Olivia de Happyland...
I can hear your heart, Aidan John Moffat
No más lágrimas, porque lo de Arab Strap no tiene vuelta atrás. Las dos mitades se lanzan solas.
Y Aidan lo hace con un álbum-libro de 24 cortes en el que hay más texto hablado y música subrayándolo que canción propiamente dicha.
Dos excepciones: la lectura de la poetisa Dorothy Parker y el Hungry heart de Springsteen.
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