No importa si es un alimento, un electrodoméstico, una prenda de ropa, un jarabe para la tos o una joya. Prácticamente todos los productos tienen ‘packaging’, o lo que es lo mismo: un embajale en el que guardarlo y protegerlo. Además de esta útil función, este envoltorio es la carta de presentación del producto, pues es lo primero que el consumidor ve.

Para que un 'packaging' sea útil, primero, es necesario que cumpla correctamente su función (de nada sirve hacer un embalaje perfecto que después no proteja lo que lleva en su interior). En segundo lugar, llegan detalles que puede parecer banales como la forma, el color o el diseño, pero que en realidad son elementos indispensables que no deben tomarse a la ligera, ya que son básicos a la hora de conseguir llamar la atención y  despertar el interés del comprador. El embalaje debe ser lo más atractivo posible, respetando siempre la identidad corporativa y la imagen de marca.

Cada vez más empresas dedican tiempo y recursos a este tipo de elementos, esta tendencia queda reflejada tanto en el comercio físico como en el electrónico. En el primer caso, por ejemplo, las bolsas en las que se coloca el producto o los paquetes especiales que se preparan para un regalo ayudan a identificar la marca y son bien considerados por los compradores. En el caso de los negocios digitales, al embalaje propio del producto hay que añadirle el de envío, un aspecto que también conviene cuidar para dar buena impresión cuando el cliente reciba el paquete y evitar devoluciones por productos defectuosos o problemas en el traslado.

Un buen ‘packaging’ no solo puede hacer que a un comprador le llame la atención un producto por encima de otros similares, sino que puede convertir a la marca en un referente dentro del sector. El test que se incluye a continuación es el mejor ejemplo de la importancia de un buen embalaje.  ¿Eres capaz de reconocer estas marcas únicamente por su ‘packaging’?