Una tesis que han mantenido tanto la defensa del joven C.A.O., como la acusación particular, quien durante las conclusiones definitivas han apelado a que nadie vio el momento del atropello, por lo que no se podría asegurar que fuera premeditado y solicitan que no se tenga en cuenta la versión de la Fiscalía, quien considera que fue un asesinato y piden 20 años de cárcel para el hombre.
De esta forma, mientras el fiscal -y la compañía aseguradora del vehículo con el que se produjo el atropello- sostienen que fue intencionado basándose en el informe de la Guardia Civil de que no había huellas de la víctima en el capó como debería si se hubiera tirado y que no se apreciaba frenada, quieren que el jurado dictamine que se trató de un asesinato.
Por el contrario, defensa y acusación particular han sostenido que lo que ocurrió en la madrugada del 12 de marzo de hace dos años fue un accidente, pese a que el acusado y la víctima hubieran discutido previamente, como consecuencia de que C.A.O. conducía bajo los efectos del alcohol y las drogas.
En su alegato, la defensa ha reconocido que el acusado no auxilió a su padre pero que sí fue al pub donde había estado antes para avisar de lo que había ocurrido y ha señalado que si hubiera tenido intención de asesinar le habría pasado por encima con el vehículo, por lo que solo considera que es culpable de un delito de homicidio imprudente y de otro contra la seguridad vial.
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