Siempre según fuentes sindicales, 61 de estas bajas lo fueron por accidentes y 558 por problemas de salud. Ese año la institución perdió  25.025 jornadas de trabajo.

El informe figura en la denominada Estadística de inseguridad laboral, un documento celosamente guardado por los representantes de los trabajadores que recoge la evolución de este flujo de bajas desde 1995 a 2004.

El mismo documento revela que la cifra de bajas era de 509 en 1995, 40 por accidentes y 469 por enfermedad, cuando la plantilla sumaba 1.038 empleados. Es decir, 18.430 días perdidos, 6.595 menos que en 2004.

Tensiones con los jefes

El volumen de absentismo creció sensiblemente en 2003, año en que el presidente José Joaquín Ripoll relevó en el cargo a Julio de España, con 707 bajas, 623 por achaques y otras 84 por siniestralidad. Ese año se perdieron 23.644 jornadas. La Diputación se negó a facilitar datos y sólo remitió a su revista oficial Uno 4 uno y a una entrevista de diciembre 2004 con el diputado de Recursos Humanos, José López Garrido. Con las cifras de Garrido, el absentismo es mayor, ya que  estimaba que «la plantilla ronda los 1.300 trabajadores».

«Muchas de las bajas» se deben a «lesiones de espalda o traumatismos, en el Hogar Provincial», y a problemas «psicológicos, de estrés y de mobbing, por tensión con los jefes», según fuentes del personal.

Una paga por no faltar al trabajo

El convenio laboral de la Diputación estableció en 2004 una paga extra contra el absentismo, con un incentivo de hasta 120 euros anuales por acudir al trabajo, es decir, para aquellos que no pidan ninguna baja. Hace un año también se creó una comisión de estudio de este problema del absentismo, pero se disolvió, «sin conclusiones y por falta de datos oficiales», a los cinco meses, según representantes sindicales.