Así lo concluye el informe estacional elaborado por Meteogalicia, que compara los registros de temperatura y lluvia de los últimos tres meses con el periodo histórico de referencia 1981-2010.

En concreto, la estación se caracterizó en la comunidad gallega por presentar unas temperaturas más elevadas de lo habitual, especialmente por lo que respecta a las máximas, que registraron valores altos, mientras que las mínimas se mantuvieron dentro de la normalidad.

Así, la anomalía media que registraron los termómetros en este periodo fue de 0,73 grados más respecto a lo habitual, una desviación que, según destaca la Consellería de Medio Ambiente, permite concluir que este invierno, con una temperatura media de 9,2 grados centígrados, fue cálido en el conjunto del territorio.

Por meses, subraya que fue una estación marcada por los extremos. Diciembre y febrero fueron muy cálidos debido a la influencia de las borrascas atlánticas y a las situaciones anticiclónicas que se vieron durante gran parte de estos meses. El invierno precedente más cálido fue el de 2015-2016.

En el caso de febrero, hay que remontarse hasta el año 2008 para encontrar uno en el que tanto las temperaturas máximas como las medias fuesen más altas.

Por el contrario, enero fue muy frío, con un predominio de cielos despejados y buen tiempo sobre todo durante la primera quincena que lo sitúan como el mes más frío desde 2006.

La estación se caracterizó por ser seca, con un déficit hídrico del 27% respecto a los valores habituales para esta época del año. Los valores medios de lluvia recogidos en Galicia fueron de 323 litros por metro cuadrado, mientras que las cifras más bajas de precipitaciones se dieron en Verín y en la comarca de Valdeorras, donde no se llegó a 50 litros por metro cuadrado.

Por el contrario, en Os Ancares y A Fonsagrada se recogió en este trimestre un 68% más de precipitaciones de lo habitual para ambas zonas.