El tribunal condena también al hombre, F.A.M.R., a 14 años de prohibición de acercarse a la víctima, a cinco de libertad vigilada y a indemnizarle con 9.000 euros, según la sentencia a la que ha tenido acceso Europa Press.
Además de gritos e insultos habituales y de las agresiones ocasionales durante la convivencia, el acusado, mantenía relaciones sexuales con la víctima, o la obligaba a realizar determinadas prácticas sexuales, pese a que sabía que lo hacía en contra de su voluntad.
Aunque en un principio la mujer intentaba negarse a estas relaciones sexuales o a este tipo de prácticas, al final se dejaba hacer debido a que si no accedía a lo que quería el acusado, éste adoptaba una actitud completamente inaguantable hacia ella, haciendo la convivencia familiar, y en especial la de pareja, todavía más insoportable.
En el juicio, celebrado el 9 de enero en el que el acusado sólo reconoció discusiones, los psicólogos dieron veracidad al relato de la mujer y explicaron que ella no denunció antes por miedo y que lo hizo cuando detectó peligro para sus hijos.
A juicio de uno de los psicólogos, el hecho de que ella abandonara el hogar de sus padres con 18 años para vivir con él, a pesar de la oposición de su familia, "ha fortalecido la situación de dominio de su expareja derivada del abuso de poder y de agresiones sexuales y físicas" porque ella se sentía muy sola.
En la vista, la Fiscalía pidió diez años de prisión por agresión sexual continuada, dos años y medio por un delito de violencia habitual y otro año por malos tratos.
El hombre y la mujer, de origen portugués, llegaron a España en 2006 y a La Seu d'Urgell (Lleida) en 2012 y tienen dos hijos, a los que según relató la víctima en el juicio, el acusado también les pegaba.
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