Todo ello porque la calima, recuerda en un comunicado, es polvo en suspensión que contribuye a resecar las vías respiratorias, pudiendo provocar en ocasiones un agravamiento de afecciones o síntomas relacionados con enfermedades respiratorias como el asma, mientras que en personas con enfermedad obstructiva crónica (EPOC) pueden aumentar las visitas a los servicios de urgencias y los ingresos hospitalarios en algunos casos.
Asimismo, la exposición a este contaminante puede producir molestias torácicas, tos, palpitaciones, fatiga o incremento a la susceptibilidad a infecciones respiratorias, al menos, durante los cinco días posteriores al inicio del episodio.
Estas recomendaciones, entre otras, se hacen especialmente sensibles en personas como niños, ancianos y en quienes sufren enfermedades respiratorias o cardiovasculares crónicas. Finalmente se recuerda que en caso de empeorar los síntomas respiratorios llamar al 112.
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