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"No me toques, que me ensucias", dijo un visitante de la feria a Sarkozy. "Entonces lárgate, pobre gilipollas", le espetó Sarkozy sin mudar la sonrisa del rostro.
La ex candidata socialista a las presidenciales, Ségolène Royal, le ha recomendado "mantener su serenidad y su sangre fría". "Creo que no es una buena imagen de la función presidencial", dijo Royal, que recordó que a veces hay ciudadanos que no quieren darte la mano y que están "en su derecho".
"No estuvo en su papel"
El primer secretario de los socialistas franceses, François Hollande, le acusó de "no estar en su papel". "Incumple lo que debería ser su cargo. No debe comportarse como cualquier ciudadano. No se cae en la disputa", se quejó el líder socialista. Por su parte, el ex primer ministro Dominique de Villepin aseguraba el domingo que a pesar de que Sarkozy "podría ser un buen presidente hoy, lamentablemente, la sensación es de cierto desastre".
Hasta el presidente del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, le criticó por cometer el "grave error" de querer ser visto "como un colega" y de hacer "más de Tintin que de De Gaulle".
La UMP hace piña
Mientras, ministros y parlamentarios del partido de Sarkozy, Unión para un Movimiento Popular (UMP), han hecho piña para restar importancia al polémico episodio. La ministra de Educación Superior, Valérie Pécresse, consideró que "un gesto de irritación en una avalancha" no puede llevar a "hacer un juicio ni sobre la personalidad ni sobre la actitud de un jefe de Estado".
El ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, cree que "nadie tiene derecho de humillar al presidente de la República" y criticó el "sistema insensato que sólo retiene cinco segundos de la visita".
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