Tomás Sánchez regenta uno de los comercios del Casco Antiguo por el que no han pasado los años. Baudilio Bou fundó un establecimiento en la calle Tarifa que todavía perdura, después de cinco generaciones, a pesar de que el oficio de afilador corre peligro de desaparecer.Sus descendientes, Tomás, Pascual, José y Alejandro, han mantenido la tradición artesana y hasta «la piedra de afilar de corindon de Australia, que sigue siendo la mejor», comenta Tomás, el encargado del negocio, en la actualidad.
A pesar de que el comercio en este momento no da demasiados beneficios, «tenemos para poder vivir», asegura Tomás. «La gente desecha lo usado y prefiere lo nuevo», aunque siguen teniendo fieles clientes, como los vendedores del Mercado Central, e incluso toreros, como El Renco o el rejoneador Andi Cartagena.
El experimentado afilador no lo duda: los mejores aceros son los «alemanes, los de Albacete y los de Olot», aunque artesanos y orfebres como los de Toledo «ya no hay», comenta.
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