El romano Eros Ramazzotti (1963) creció en el barrio de Cinecittà, donde estaban los estudios en los que filmaron películas míticas del cine italiano los directores Roberto Rossellini, Federico Fellini, Vittorio De Sica o Luchino Visconti. En ese ambiente artístico, un joven Eros supo que quería dedicarse a la música tras descartar una carrera como jugador de fútbol, deporte que practicaba asiduamente con sus amigos en las calles de Roma.

El artífice de baladas básicas para entender la música melódica de los noventa sigue en la brecha a los 54 años y este viernes publica un ambicioso nuevo álbum de 14 temas inéditos en dos ediciones en castellano e italiano, llamado Hay Vida, el primero tras Perfecto (2015).

El 17 de febrero de 2019 iniciará la gira mundial Vita Ce N'è en Múnich (Alemania). En marzo, actuará en Madrid (día 21 en el Palacio Vistalegre) y Barcelona (día 23 en el Palau Sant Jordi). Eros nos recibe en un hotel barcelonés relajado, tranquilo, reposado, y con traducción, porque a pesar de que su madre tenía raíces españolas no se atreve aún a hablar en castellano pese a cantarlo a la perfección.

Su 15º disco, Hay Vida, es una declaración de intenciones ya en el título y un trabajo muy coral.

La aventura comenzó hace un año y medio y partiendo de una situación confusa para mí, porque me encontraba en un momento en el que no sabía muy bien qué hacer. En ese punto decidí contactar con el hijo de Mogol, Cheope Mogol, y con Federica Abbate, y entre todos empezamos a componer este proyecto común. Es un trabajo compartido con varios autores pero que desemboca en mi voz y en mi manera de cantar.

¿Después de tantos años de carrera ya no le resulta tan fácil componer canciones?

Siempre busco crear algo que pueda llegar al corazón de la gente. Sé que ahora hay otras tendencias musicales imperantes como el trap o el rap. Es una música más joven que los chicos de hoy en día escuchan mucho. Los jóvenes de ahora están más pendientes de la música que de la letra de las canciones y es difícil mantenerte dentro del mundo de la música y hacerte valer, hacer recordar que todavía estás ahí. Pero como somos tipos duros todavía aguantamos (ríe). Los años van pasando pero mi voz sigue igual. Después de 35 años cambian los ritmos, la manera de escribir, y uno ha de adaptarse a lo que gusta pero partiendo de lo que a mí me gusta. No siendo ni demasiado duros ni blandos con el presente. He intentado un camino de en medio en este disco y en otros. Soy una persona con mucha positividad e intento verlo todo siempre de un modo muy positivo.

¿Qué le parece el reggaeton? En este trabajo colabora con un artista latino del momento, Luis Fonsi.

No estoy ni a favor ni en contra. Expresarse musicalmente a través del pop, del reggaeton o del rock es solo una elección. De lo que sí que estoy en contra es de los imputs negativos, del sexismo en las letras, de las palabrotas en las canciones. Estoy a favor del cambio y de unos límites, pero sin rebasarlos, porque sino los chavales se pierden. La música no es que cambie el mundo pero los artistas sí que debemos de dar estímulos positivos. Y eso no es fácil. Porque a ver, ¿Quién somos nosotros? Quien ayuda a crecer a los chavales no son los cantantes, son la familia, la gente que tienen alrededor, las políticas, el Estado. Pero la música es un plus y tiene que ser un plus positivo y no negativo.

En definitiva, ¿Sigue convencido de que el amor es la mejor arma musical a su alcance?

El amor hay que reforzarlo y mejorarlo. Es una emoción, no puedes no tenerla. Seguramente es una de las más importantes, como yo lo veo al menos. Es fundamental y sin amor este mundo sería mucho más oscuro, habrían muchas más guerras, sería un saqueo tras otro, y eso no puede ser.

¿Es cierto que es un artista muy perfeccionista?

Intento trabajar procurando hacer las cosas perfectas. Cuando hago un disco o una canción quiero que las cosas salgan como yo quiero que se hagan. Porque deseo que la gente tenga la sensación de que han gastado bien su dinero. Donde no soy nada perfeccionista es en el estudio, no lo llevo yo en el ADN. No voy a estar siete horas al día estudiando y con la guitarra para sacar algo de ahí. Para mí es más importante lo que surge en el momento. En los hoteles no, pero cuando estoy en mi casa o en un sitio por un periodo de tiempo largo monto un estudio. Porque estoy siempre con ideas e intentando plasmarlas. Lo que me importa es seguir teniendo este instinto y estas ganas de hacer cosas nuevas. Después Dios dirá.

¿Ya hay relevo generacional en sus conciertos?

Veo a mucha gente joven de 15 o 16 años en mis directos al lado de gente más mayor. Esa apertura mental e intergeneracional de tanta gente en un mismo lugar me gusta mucho. Cuando aparecí hace pocos días en una de las galas televisivas de Operación Triunfo (OT) aquí en España, pensé que los concursantes no sabrían quién era. Pero empecé a cantar Si bastasen un par de canciones y se supieron el estribillo. No sé si ensayaron o no antes ¡Era yo el que casi ya ni me acordaba de la letra! (ríe).

Pero es otra canción la que siempre cierra sus conciertos, La cosa más bella.

Y seguirá haciéndolo. Aunque siempre espero que alguno de mis nuevos temas la pueda desbancar.

¿Su mayor seguidor sigue siendo su padre?

Tiene 81 años y es el que me dio el mayor empuje y el que cree en mí hasta la muerte.

¿Su mejor dueto ha sido el que hizo con el gran tenor Luciano Pavarotti, fallecido en 2007? 

Fue realmente una gran experiencia. No lo conocía bien antes de hacer este dúo con él y, tristemente, poco después nos dejó. Él era uno de los grandes exponentes de la otra cara de Italia como también hacen Bocelli, Pausini, Ferro, Zucchero...Son muchos los artistas que exportan la Italia positiva al mundo.

Entre ellos usted mismo.

Y también Eros Ramazzotti (sonríe).

¿Su país necesita, a su juicio, esa dosis de buena prensa?

Sí que debe dar una imagen mucho más diversa, distinta y con otra cara de la que a veces llega a nivel internacional.