Los curas también son inmigrantes

Miguel, Wilton y Pablo son los tres únicos sacerdotes extranjeros. «Aquí das una misa para cuatro; en Brasil, para 40.000 personas».
Miguel Alberto Acevedo, párroco en Íscar.
Miguel Alberto Acevedo, párroco en Íscar.
Miguel Alberto Acevedo, párroco en Íscar.
Carro, celular, almuerzo y ‘doble u’. Son las cuatro palabras que desde hace un mes el padre Miguel ha desterrado de su vocabulario. Colombiano de nacimiento, llegó el 26 de diciembre desde una de las islas que conforman el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Hoy se ha convertido en el nuevo párroco de Íscar. «Es una experiencia; para mí todo es nuevo, desde las costumbres hasta la forma de vivir la religión», describe.

Como él, Wilton Araújo dos Santos, brasileño de 41 años, y Pablo Stanislaw, polaco de 34. El primero, en Vecilla y el segundo, en Medina de Rioseco. Los tres han llegado a la provincia en los últimos tres años y desde entonces no han parado de hacerse populares.

«La eucaristía es siempre la misma sólo que con diferentes palabras», explica Pablo. Desde septiembre, el sacerdote ofrece diariamente una misa a las que acuden desde diez hasta 100 feligreses, según la fecha. «Lo más difícil ha sido la confesión, porque tienes que entender y contestar a la persona», reconoce.

También Wilton ha tenido que acostumbrarse a la lengua desde que llegó, en octubre de 2005. «Hay muchas diferencias respecto a la forma de vivir la religión en Brasil, la más importante es que aquí hay pueblos en los que  das una misa para cuatro habitantes, mientras que en Brasil acudían 40.000 personas».

La participación y la ausencia de caras jóvenes entre los fieles son para los tres las principales diferencias que notan respecto a sus países de origen. «A mí me gustaría aportar mi experiencia de Brasil, el problema es que los vecinos suelen ser mayores y es difícil plantear algo nuevo», anota Wilton.

Y si los tres intentan cada día adaptarse a las particularidades con las que se vive la religión católica en España, no son menos las personales. «Aquí he conocido la nieve», comenta Wilton. «Se extraña a la familia, a la patria y a las costumbres, pero la gente te trata muy bien», comenta Miguel.

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