Psiquiatras que examinaron al presunto parricida de Oza-Cesuras sostienen que "sabía lo que hacía"

  • A CORUÑA, 27 (EUROPA PRESS)

Psiquiatras que examinaron al presunto parricida de Oza-Cesuras (A Coruña), acusado de asesinar a su hijo de 11 años el 7 de mayo de 2017 en esta localidad coruñesa -el Día de la Madre y cuando le correspondía estar con el menor por el régimen de visitas- han manifestado, en el juicio que se celebra en la Audiencia de A Coruña, que "sabía lo que hacía y tenía capacidad para elegir lo que hacía".

Así lo han expuesto los dos psiquiatras que emitieron un informe en enero de 2018, en base a la evaluación psiquiatra que le realizaron unos meses antes y con posterioridad al crimen. A preguntas del Ministerio Público, han argumentado que es una persona "con plenas capacidades cognitivas y volitivas".

Al acusado, lo han diagnosticado, en base a su propia evaluación y la de otros psiquiatras que lo vieron con anterioridad, como una persona con "un trastorno mixto de personalidad con rasgos paranoides y disociales". Sin embargo, han rechazado que esto pueda "anular su voluntad" o que no sea "consciente de sus actos".

"Son personalidades frías, poco empáticas, con falta de remordimiento", ha resumido uno de los dos psiquiatras que emitieron este informe. Además, han descartado la posibilidad de que el día en que presuntamente cometió los hechos hubiese sufrido un brote psicótico. De este, han dicho que no desaparece solo, sin tratamiento.

En el juicio, una médico forense del Instituto de Medicina Legal (Imelga) -que junto a un compañero psiquiatra evaluó al acusado el 11 de mayo de 2017- ha ratificado que el procesado estuvo ingresado en 2009, tras el divorcio de su exmujer, por "un trastorno psicótico relacionado con el abuso de alcohol".

TRASTORNO DE PERSONALIDAD

Con todo, ha insistido en que un diagnóstico que se le hizo con posterioridad, en julio de 2013, habla ya de "un trastorno de personalidad con rasgos que se aproximan a esquizotípicos, un tipo de trastorno de personalidad", ha precisado para explicar que quienes lo presentan se aislan social y afectivamente.

En julio de 2016, el diagnosticó principal fue "trastorno de adaptación", aunque en abril de 2017 -un mes antes del crimen- la especialista que le atendió en la consulta de la Unidad de Salud Mental de A Coruña concluyó que "salía más de casa y estaba más tranquilo" con la medicación prescrita en ese momento.

Sobre el trastorno adaptativo, esta forense, que ha precisado, a preguntas de la defensa, no ser psiquiatra, ha señalado que "no altera la capacidad cognitiva ni volitiva". Esta última, ha apuntado, que solo podría verse afectada si hay "un estímulo desencadentante", pero ha rechazado existan evidencias de que lo hubiese el día de la muerte del niño.

"No hay indicios de que presentase un trastorno psicótico delirante", ha expuesto a preguntas de las acusaciones. Sin embargo, sobre el posible consumo o no de alcohol del presunto parricida en las fechas del crimen, ha dicho que un análisis del cabello realizado en esos momentos determinó que se había producido este consumo "seis meses antes" de la citada prueba.

Antes, ha prestado declaración la médico del 061 que atendió al acusado tras su detención y que descartó que fuese necesario su ingreso. "Estaba tranquilo", ha dicho sobre su comportamiento. También ha precisado que "se le llenaron los ojos de lágrimas" cuando le insistió para hacer memoria sobre el posible paradero del niño.

No obstante, ha recalcado que le decía que solo recordaba haber estado en un centro comercial con el menor. "No puedo saber como estaba 24 horas antes", ha respondido a preguntas de la defensa sobre un posible brote psicótico. "Me dijo que tenía tratamiento psiquiátrico, pero que no recordaba por qué", ha apostillado.

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