Se desinfla la ley del tabaco en la región: lo dejan menos fumadores que en 2006

Paloma Herranz, pediatra. Consiguió dejar de fumar.

El efecto de la Ley antitabaco está perdiendo fuelle en la región. En enero de 2006 (cuando entró en vigor la norma) intentaron dejar de fumar unos 72.000 madrileños. Dos años después, desde el principio de 2008, han intentado abandonar el tabaco 47.780 personas en la comunidad, un 33% menos, según datos del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT).

"La restricción de fumar en el trabajo ha sido esencial"

"Mucha gente aprovechó la ley para dejar de fumar,

pero pasado el boom tiene cada vez menos impacto", asegura el portavoz del CNPT, Rodrigo Córdoba. "La falta de inspecciones y el decreto autonómico que boicoteó la ley estatal tienen mucho que ver: el fumador que incumple la ley tiene la sensación de que todo vale", apunta el experto en la lucha antitabaco.

El 92% volverá a fumar

Ahora lo intentan menos personas que hace dos años, pero los que lo hacen tienen más posibilidad de éxito que antes de la ley. El 92% volverá a fumar, frente al 96% que recaía antes. "La restricción de fumar en el trabajo ha sido esencial", asegura Córdoba.

Enero es un mes clave para dejar el tabaco, por los propósitos de año nuevo. Según el CNPT y la Comunidad, en el primer mes del año suelen intentarlo un 33% más de fumadores que en los meses siguientes. De ellos, sólo el 2% va a una consulta médica y el resto lo intenta por su cuenta.

Con el médico es más fácil

Quienes buscan ayuda médica tienen más fácil dejar de fumar. "La probabilidad de conseguirlo se multiplica por cuatro al acudir al médico", según el director de la Unidad Especializada de Tabaquismo de la Comunidad, Carlos Jiménez. Su unidad tiene una tasa de éxito del 54,7%, según Salud Pública; entre los que lo intentan por su cuenta, sólo lo consigue el 8%.

Ella lo ha dejado: Paloma Herranz. Pediatra, 48 años

"Siento una libertad tremenda". Paloma dejó el tabaco el 1 de enero de 2006. "La ley antitabaco me dio fuerza para dejarlo. Mis hijos llevaban tiempo pidiéndomelo y ellos fueron mi mayor motivación. Por mi profesión tampoco veía adecuado fumar, sentía que no estaba dando ejemplo.

Después de 30 años adicta al tabaco, me costó mucho y tuve que acudir a la unidad antitabaco de la Comunidad para que me trataran con parches y un refuerzo psicológico. Ahora estoy más ágil, disfruto los olores y siento una libertad tremenda: antes estaba condicionada a fumar y me tenía que aislar de la gente. Estoy muy orgullosa de haberlo conseguido".

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