30 familias expulsadas acampan en las calles de Virgen del Carmen

Varios desalojados aseguran tener sus pagos al día y el Ivvsa achaca el desahucio a «mala convivencia» y amenazas a vecinos.
Una madre da el pecho a su hijo junto a otros desahuciados, ayer frente a una fogata extinguida (F. González).
Una madre da el pecho a su hijo junto a otros desahuciados, ayer frente a una fogata extinguida (F. González).
Una madre da el pecho a su hijo junto a otros desahuciados, ayer frente a una fogata extinguida (F. González).
Una treintena de familias de etnia gitana están acampadas junto a las vallas que les separan de las viviendas desalojadas anteayer en el barrio Virgen del Carmen.Han pasado sus dos primeras noches a la intemperie y, por ahora, no tienen intención de buscarse otro alojamiento. Ayer usaban sus muebles y enseres y se podían ver unos improvisados salones de estar sobre el asfalto y las aceras.

Algunos de ellos aseguran que tienen sus contratos en regla y que no son morosos, pero desde el Instituto Valenciano de Vivienda (Ivvsa) achacan su desahucio a la «falta de un contrato legal» o por «mala convivencia», esto es, por venta de droga en las viviendas o incluso «amenazas de muerte a sus vecinos».

«Lo llevo todo al corriente: pago luz, agua y mi alquiler; con cinco hijos que tengo, no debo nada», protestó ayer Juan Cortés Molina, uno de los acampados.

Técnicos del Ivvsa fumigan desde ayer las 65 viviendas para que cuatro empresas las rehabiliten en breve.

Así lo ven afectados Y VECINOS

Ana María Fernández Giménez Desalojada.

«Tengo cuatro hijos y hemos estado pasando frío, una mala noche; no hemos podido lavarlos para llevarlos al colegio. Tengo contrato de mi vivienda, he estado pagando desde 2001 hasta hace tres meses, que no quisieron coger los recibos».

Juan José Fernández Amador Desalojado.

«He nacido en el barrio, y tengo 49 años; nunca he tenido problemas. Soy un trabajador, con nómina, he cotizado un montón de años y me veo en la calle sin nada. La tele sólo grabó los pisos abandonados, que vean los que tienen contrato».

Fuensanta Fernández Hornera.

«He hecho hoy unos 100 bocadillos y los cobraba a 50 céntimos, para los niños. Están en la calle y me da pena. Aquí hay gente ilegal, pero también la hay buena. Que piensen en los niños».

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