Según informa la Fundación Migres, organizadora del simposio, en un comunicado, las conclusiones del evento valoran la existencia de una infraestructura como el Centro Internacional de Migración de Aves (CIMA) que gestiona la Fundación Migres en Punta Camorro, que se ha erigido como un lugar de referencia a la hora de conocer un fenómeno que en el Estrecho se produce con adelanto, dadas las muy diferentes condiciones de los dos mares que separa.

En este sentido, se ha constatado que los avances en la tecnología de seguimiento de especies han sido espectaculares, y ha permitido testar ideas que hace apenas diez años ni siquiera se podía imaginar; e irá en aumento dada la velocidad de desarrollo tecnológico.

Asimismo, se ha puesto de manifiesto la discusión científica, que lleva tiempo candente y viva, sobre la parte del comportamiento migratorio que está genéticamente controlada en el individuo, y la que depende de la flexibilidad. Sigue siendo tema de discusión, pero han señalado como "claro" que algunos grupos de especies muestran cambios que no son explicables bajo la genética, sino que gran parte se debe a la flexibilidad del comportamiento y al aprendizaje.

Igualmente, el Congreso ha reseñado que la capacidad de transporte y distribución de 'viajeros' como semillas por parte de las aves tiene un potencial mayor del que cabría imaginar, y por tanto cambios en los comportamientos migratorios como los de las aves acuáticas puede afectar mucho a la distribución de plantas e invertebrados que son transportadas por ellas.

Por último, los ponentes han apuntado que la presencia de patógenos y parásitos puede afectar de manera muy significativa a la capacidad de migración de las aves, lo cual parece un factor importante para considerar a las aves migratorias como malos vectores para la transmisión de patógenos.