Si ahora los ciclistas pueden circular por muchas de las aceras de Barcelona, en cuatro meses el panorama cambiará, por lo que el Ayuntamiento pondrá en marcha este otoño –en octubre o noviembre, señalan fuentes municipales– una campaña informativa para alertarles de ello. Su objetivo será que a ninguno le coja desprevenido la modificación de las normas prevista para el 1 de enero de 2019, día a partir del cual las bicicletas ya no podrán ir por los bordillos de menos de cinco metros de ancho. Se trata de una medida que ya anunció en agosto el equipo municipal de Ada Colau y que es vista con recelo por las entidades de ciclistas.

En la actualidad, los que van en bici pueden moverse por las aceras de un mínimo de 4,75 metros, una anchura solo 25 centímetros inferior al límite previsto para el año que viene, pero que es la que tienen la mayoría de espacios para peatones del Eixample y gran parte de los de Sant Martí. Sin embargo, el Ayuntamiento ha decidido poner fin a la moratoria que lo permite, al considerar que ya existe suficiente infraestructura segura para los ciclistas en calzada. "Ahora la ciudad ya está preparada, con un carril bici a menos de 300 metros de la casa del 90% de los barceloneses", apuntó la teniente de alcaldía de Ecologia, Urbanisme i Mobilitat, Janet Sanz.

Con el fin de la moratoria, no solo se deberá circular por las aceras de más de cinco metros, sino que además estas tendrán que contar con al menos tres metros de espacio libre, el mismo que deben tener ahora las que por su medida son aptas para bicicletas. Solo será posible librarse de la nueva norma y seguir usando los bordillos de 4,75 metros en dos casos: cuando sea de noche, entre las 22 y las 7 horas, y si quienes conducen la bici son menores de 12 años o adultos que les acompañan. Las sanciones por no respetar el reglamento serán de entre 100 y 500 euros, en función de la peligrosidad que comporte el incumplimiento.

Aunque el gobierno municipal sostiene que Barcelona ya está lista para estos cambios, los kilómetros de carril bici con los que cuenta la ciudad son unos 200, muy por debajo de los 300 que prometió el equipo de Ada Colau para 2019 cuando llegó al Consistorio en 2015. Eso sí, son el doble que los 116 que había entonces y para Sanz eso es suficiente para que a partir del año que viene las aceras sean únicamente "para los peatones".

No opina lo mismo Albert García, miembro de la asociación Amics de la Bici, que cree que "Barcelona no está preparada" y que no lo estará hasta que !todas las calles donde los vehículos a motor pueden llegar a 50 kilómetros por hora –la mayoría– tengan un carril para bicicletas" o hasta que el límite de velocidad de estas vías disminuya.

"Los ciclistas van por la acera porque tienen miedo a ir por la calzada", apunta García, y añade que "la presión popular" hace que muchos carriles bici sean "problemáticos" porque se construyen "muy estrechos" o porque cuando hay un cruce conflictivo se opta por "dar prioridad" a los demás vehículos.

"¿Son tan graves los problemas que causan los ciclistas para que se sea tan estricto? ¿Cuántos peatones atropellados por bicicletas hay?", se pregunta. Y las cifras municipales le dan la razón, pues de los 67 viandantes que resultaron heridos de gravedad el año pasado por atropellos, solo dos fueron arrollados por ciclistas.

Desde principios de 2018 y hasta agosto Barcelona ganó 22 carriles para bicicletas y el gobierno municipal tiene previsto ejecutar 13 más en los próximos meses. De estos, nueve están en obras o con estas a punto de empezarse y cuatro se comenzarán a construir después del verano.