Realizada en piedra caliza por el escultor turolense Enrique Galcerá, representa a una muchacha acurrucada en el suelo, descansando la cabeza tocada con un pañuelo sobre un haz de mieses.
La obra fue premiada con la Medalla de Plata en la II Bienal de Pintura y Escultura de Zaragoza en 1963, y donada a la ciudad por el artista, ha recordado el Ayuntamiento de Zaragoza en una nota de prensa.
Esta pieza escultórica será limpiada y restaurada por los técnicos municipales de Patrimonio Cultural, en sus instalaciones del antiguo Cuartel de Pontoneros de la calle Madre Ráfols, para devolverle su "esplendor original" y volver a colocarla, cuando termine el proceso, en su emplazamiento habitual al inicio del Paseo de Sagasta.
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