Burgos ¿quién ha dicho frío?

No hace mucho calor, es cierto, pero la Cabeza de Castilla tiene tanto que ver que no te enfriarás
Una terraza en la plaza San Fernando, junto a la catedral.
Una terraza en la plaza San Fernando, junto a la catedral.
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Una terraza en la plaza San Fernando, junto a la catedral.
Fin de semana

Cruce de caminos que comunica Madrid con el norte, punto irrenunciable en el Camino de Santiago y patria del Cid, Burgos tiene una magia que resulta imprescindible visitar.

Afamada por sus bajas temperaturas (es cierto), tiene un verano paradisíaco, de camisa por la mañana y de jersey por la noche. Es una de las ciudades con más espacios verdes de Europa y eso se nota cuando se respira, porque además, es una ciudad muy limpia.

Aunque un fin de semana para Burgos es muy poco, se puede aprovechar bastante. Entrando por el puente de San Pablo, a cada lado del cual hay una estatua de personajes cidianos, llegamos a la plaza del Cid, donde encontramos la estatua del héroe burgalés que es, junto a la catedral, la imagen genuina de la ciudad. Seguimos a la izquierda por el paseo del Espolón, cuyos árboles están todos unidos por las ramas.

El gótico más famoso

En paralelo a esta sorprendente travesía, está la Plaza Mayor, coronada por la estatua de Carlos III, y más al fondo, el arco de Santa María, la plaza de San Fernando y la catedral gótica de más fama en España, con joyas como la capilla de los Condestables o el impresionante Cristo de Burgos, lleno de leyenda (tenemos una réplica en la parroquia de San Nicolás de Murcia, por cierto).

Pero lo mejor es comer: morcilla, chorizo y cordero es la tríada del éxito gastronómico burgalés. Espectaculares quesos, y vinos de la Ribera del Duero completan la receta perfecta para estar calentito en Burgos.

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