Llamó a otro número de atención que sabía que es gratuito. La operadora le dijo que era sólo para empresas «con cierto volumen de facturación», le remitió a un 902 (con coste por minuto elevado), y sólo le atendieron tras echarles en cara que las compañías «deben tener un servicio de atención al cliente gratuito».
Según la Oficina de Atención al Usuario de Telecomunicaciones y la Unión de Consumidores, las operadoras aprovechan un vacío legal, pues todas aseguran que «por el servicio no cobran», y consideran que se podría consultar por otros canales gratuitos (ir a una tienda, por fax...).
Ahora, a Javier le reclaman que devuelva a través de un servicio de mensajería y no en una tienda su decodificador (le cuesta 14 euros), más 180 euros en concepto de deudas, y le amenazan con incluirle en una lista de morosos.
Presentó dos quejas a Consumo, pero no sigue protestando a Ono, para que no le cobren las llamadas. «Para captar a nuevos clientes, todo es gratis», critica. «He dado de alta a mi madre como cliente y nadie me ha pedido su firma. Podría haberlo hecho con otra persona y no haberse enterado», comenta Javier. Desde Ono eludieron hacer declaraciones.
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