La catedral de Ávila lucirá una nueva cara a partir de este año con la instalación de unas nuevas lámparas que sustituirán a las que desde hace ocho años están instaladas en el templo y que han sido objetivo de las críticas desde muchos colectivos a causa del enorme contraste entre su aspecto modernista y el arte gótico y románico que le caracteriza.

Según explicó Vicente Aparicio, administrador de la catedral, "a lo largo del año 2008 se pondrá en marcha el nuevo proyecto de iluminación interior, del arquitecto José Ramón Duralde, cuya alternativa para sustituir las lámparas ha sido la que más ha convencido al Cabildo Catedralicio". Se trata de un proyecto al que aún le quedan algunos retoques, pero se prevé que a principios de este año este terminado para poder ponerse en marcha de manos de Endesa, empresa a la que se ha encargado un proyecto cuyo presupuesto asciende a los 100.000 euros, después del acuerdo al que se ha llegado con la Conferencia Episcopal.

El nuevo proyecto

Duralde propone en su proyecto una mejora de la iluminación con la colocación de nuevas lámparas asequibles al contexto arquitectónico de la catedral que se instalarán en la nave central y el transepto. Por ello se eliminarán las lámparas modernas que existen en la actualidad para sustituirlas por proyectores que serán casi invisibles para los visitantes y que mejorarán ostensiblemente la iluminación de todos los elementos de la catedral, tal y como explicó el arquitecto, incluidos algunos que hasta ahora no se les daba mucha importancia, como el trascoro.

El proyecto tiene como objetivo principal la retirada de las actuales lámparas y se trabajará en la adecuación de la iluminación para dar protagonismo a todos los elementos góticos que conforman el templo, lo que se completará también con un cambio en la iluminación del presbiterio, para lo que se sustituirá la actual luz de gran potencia por otra más tenue que introduzca a esta parte dentro del contexto general del interior del edificio.

Las lámparas de la polémica

Las actuales lámparas que se encuentran en la catedral de El Salvador de Ávila fueron instaladas en el verano de 1999 por orden del anterior obispo, Adolfo González Montes, que, a pesar de las críticas desde su anuncio, fue su principal defensor alegando razones de conservación, mantenimiento y ahorro energético, entre otras. El cambio llega de manos de su sucesor, Jesús García Burillo, que finalmente ha hecho caso a las voces críticas dando paso al cambio.

Las lámparas de la polémica son siete y destacan por su aspecto cilíndrico rodeadas de una serie de paneles de vidrio y tubos fluorescentes de bajo consumo que se sitúan en las bóvedas de la catedral destacando por encima de otros muchos elementos, no sólo por su carácter vanguardista, sino también por su gran tamaño, lo que provocó toda esta clase de críticas, que destacaban que reducía el valor histórico del edificio.

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