Sirimiri, un poco de cuesta, y... zas!, el resbalón está asegurado. Las baldosas pododáctiles –de color naranja y con una especie de pequeños bultos en su superficie– se colocan para que los invidentes detecten los pasos de cebra, pero también son un peligro para el resto de peatones. Sobre todo, los días de lluvia y en los barrios más empinados de Bilbao.
Los resbalones se dan a diario e, incluso, algunos vecinos han reclamado daños al Ayuntamiento bilbaíno, según ha sabido 20 minutos. El consistorio ha colocado durante los últimos tres años 7.000 metros cuadrados de este tipo de baldosa en las aceras de toda la ciudad, lo que representa alrededor de 500 pasos peatonales.
Además, ha aprovechado para rebajar las aceras y así facilitar el paso a los discapacitados, aunque esto mismo hace que la inclinación de la calle, y el riesgo, sea aún mayor. Los técnicos municipales han aplicado en estas baldosas tratamientos antideslizantes, pero el resultado no es todavía el esperado, según critican los vecinos de barrios como Uribarri.
No es un caso único de Bilbao. Tanto en Vitoria como en San Sebastián se ha debatido el mismo problema. Y, en ambas capitales, se ha decidido tomar medidas para solucionarlo. Por ejemplo, el Gobierno local gasteiztarra ha optado por colocar un nuevo modelo de baldosa en las nuevas zonas a urbanizar. En Donostia, los responsables locales también están buscando alternativas.
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