Un centenar de presos cursa estudios universitarios en centros penitenciarios gallegos con "un alto índice de aprobados"

  • VIGO, 30 (EUROPA PRESS)
Prisión de A Lama, en Pontevedra, cárcel
Prisión de A Lama, en Pontevedra, cárcel
EUROPA PRESS - Archivo
Prisión de A Lama, en Pontevedra, cárcel

Casi un centenar de reclusos cursa estudios universitarios en los centros penitenciarios y de inserción social (CIS) de Galicia, y la mayoría se decanta por estudios de la rama social y de humanidades, como los grados en Derecho, Psicología, Geografía e Historia o Educación Social, aunque también hay un número elevado de estudiantes de Administración y Dirección de Empresas, según datos facilitados a Europa Press por la UNED y por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.

Así, el número de estudiantes universitarios o que realizan estudios de acceso a la universidad en el curso 2017-2018 (99 presos) supone un tres por ciento de la población reclusa en Galicia que, a diciembre de 2017, era de 3.292 personas.

Durante este curso, se han registrado 33 matrículas para realizar el acceso a la universidad para mayores de 25 y 45 años; 20 matrículas para el grado de Derecho, 9 matrículas para el grado de Administración y Dirección de Empresas; 5 en Turismo y otras tantas en Antropología Social y Cultural; y el resto, repartidas en diferentes grados (Psicología, Geografía e Historia, Turismo, Educación Social, Trabajo Social, Sociología, Ciencias Políticas y de la Administración, Lengua, o Pedagogía entre otras).

Solamente los presos que tienen formación académica previa pueden cursar los estudios universitarios, a los que tienen acceso a través de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Cuando ingresan en prisión, se establecen para cada uno de ellos unas pautas de trabajo dentro de su Programa Individual de Tratamiento y, en caso de que reúnan las condiciones y lo deseen, se propone la realización de esos estudios superiores.

RÉGIMEN ACADÉMICO

El convenio entre UNED e Instituciones Penitenciarias para abordar el estudio de carreras universitarias desde las prisiones establece las condiciones y el régimen académico que afecta a los alumnos-reclusos. Así, aunque los estudiantes cuentan con el mismo material que otros alumnos que cursan a distancia y tutorías, así como acceso a material multimedia a través de la plataforma de apoyo aLF, el acceso telefónico a los docentes está sujeto al régimen dispuesto por el propio centro penitenciario.

Asimismo, la UNED determina las fechas y lugares (centro penitenciarios designados como prioritarios) donde se realizan las pruebas presenciales a estos alumnos que, al igual que los estudiantes no reclusos, pueden tener acceso a becas y bonificación en la matrícula si cumplen determinados requisitos.

MOTIVACIÓN Y BUENOS RESULTADOS

Aunque las estadísticas de resultados académicos facilitadas por la UNED no están disgregadas para los centros penitenciarios, diversas fuentes consultadas coinciden en señalar que hay "un alto índice de aprobados" o, al menos, un rendimiento similar a la media general de la universidad a distancia. Lo que es evidente, han subrayado, es que el éxito y los beneficios del Programa de Estudios en Centros Penitenciarios no se puede medir en términos de suspensos o aprobados.

Según ha explicado a Europa Press la abogada Isabel Teijeira, que trabaja en el apoyo jurídico a reclusos de la prisión de A Lama de la mano de la ONG Amaina, los presos no solo acceden a conocimientos cuando estudian un grado en la cárcel, sino que "adquieren disciplina, responsabilidad, cultura del esfuerzo". "Una serie de valores que no tenían antes de entrar en prisión y cuya ausencia, en muchos casos, marcó una vida desordenada que les llevó a delinquir", ha apostillado.

"Tener unos horarios fijos, una disciplina propia del régimen penitenciario, les ayuda a centrarse en el estudio, que suele ser su principal ocupación, por eso normalmente las estadísticas de aprobados son elevadas, e incluso con buenas notas", ha señalado.

No obstante, ha matizado, su situación también comporta "dificultades" y se encuentran con obstáculos. "Tienen material didáctico, aulas, y biblioteca para estudiar, pero deben compartirla con otros presos que no están estudiando. A eso se suman que también comparten celdas, hay ruído, etc. y no siempre lo tienen fácil para ser constantes", ha explicado Teijeira que, sin embargo, ha insistido en que son estudiantes "muy motivados".

A ese respecto, ha enfatizado el papel de los tutores, profesores y personal de apoyo en el ámbito educativo en las prisiones. Según ha apuntado, la labor de estas personas es "fundamental" y "hacen muy buen trabajo de motivación", al tiempo que "los preparan para que mantengan sus dinámicas de esfuerzo cuando salen a la calle".

PERFIL Y ESTUDIOS

Según esta jurista, la inmensa mayoría de los reclusos matriculados en estudios de acceso o grados universitarios son hombres, simplemente por una cuestión de estadística: de los casi 3.300 reclusos que había en Galicia a finales de 2017, solo un 6 por ciento eran mujeres (197).

Además de ser personas con una preparación académica previa, suele tratarse de presos en los que la delincuencia "no es funcional", y no tienen problemas estructurales de adicciones o enfermedades mentales. En caso de los internos tengan esa base previa, "se les motiva para que lo intenten con los estudios superiores".

A la hora de elegir, y al margen de los cursos de acceso a la universidad, el grado de Derecho 'gana por goleada', porque "a los presos les interesa mucho" todo lo relacionado con su situación, las circunstancias de su condena, el proceso de enjuiciamiento, etc. A partir de ahí, los alumnos suelen optar por las conocidas tradicionalmente como 'carreras de letras', porque "son más fáciles de preparar" que los grados más técnicos o los que requieren de prácticas.

"Es díficil saber cuántos de esos estudiantes acaban las carreras. Normalmente, si tienen

condenas largas, sueles concluir los estudios y, si son excarcelados antes, mantienen la costumbre de estudiar fuera, aunque a un ritmo menor", ha señalado Isabel Teijeira, quien ha señalado el ejemplo del abogado vigués Manuel Estévez Molares.

Este exmaquinista ferroviario, cuyo caso saltó a las páginas de los periódicos, pasó casi seis años en A Lama por tráfico de drogas y allí se licenció en Derecho. Tras salir de la cárcel a principios de 2012 y pasar meses en los juzgados asistiendo a vistas para conocer los procedimientos y el funcionamiento del sistema, se colegió y empezó a ejercer como letrado.

ENSEÑANZAS BÁSICAS

Además de los estudios superiores, Instituciones Penitenciarias contempla el acceso de los reclusos a enseñanza no universitaria. Los cursos son determinados por las unidades educativas de cada centro y tienen carácter obligatorio cuando los presos carecen de los conocimientos propios de las enseñanzas básicas.

Así, cuando una persona ingresa en prisión y no tiene una titulación de enseñanza obligatoria, los profesores la examinan para conocer su nivel de instrucción, su perfil educativo y determinar el curso más adecuado.

Para llevar adelante los programas educativos no universitarios, Instituciones Penitenciarias se coordina con los departamentos de Educación de cada Comunidad Autónoma. En el caso de Galicia, la Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria

gestiona exclusivamente enseñanzas básicas (primaria, ESO, ciclos formativos y bachillerato) y ha destinado este curso un total de 51 docentes a los centros de educación para adultos de los cinco centros penitenciarios de la comunidad.

Según los datos facilitados a Europa Press, en el pasado curso, el número total de estudiantes ascendió a 1.422, de los que 503 cursaron estudios en Teixeiro (A Coruña), 534 en A Lama (Pontevedra), 161 en Bonxe (Lugo), 122 en Monterroso (Lugo), y 102 en Pereiro de Aguiar (Ourense).

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