El problema con el que se encuentran los ciudadanos  es que compran la máquina de aire a un precio muy barato pero tienen que pagar un extra de 250 euros para que se la instalen en casa.

 

Por si fuera poco, la media de espera es, como mínimo, de tres semanas. El calor aprieta cada día más, por lo que la demanda no para de crecer. Los técnicos consultados por este diario aseguran que apenas dan abasto para cubrir toda la demanda y que ya tienen todo el verano cubierto.

 

Sin embargo, y a pesar de la sobrecarga de trabajo, los instaladores se quejan del intrusismo laboral que está surgiendo en los últimos años. Blas Egea, gerente de la empresa del mismo nombre, cree que los instaladores «de furgoneta y móvil» salen caros a la larga, porque, «aunque son más baratos, no ofrecen ninguna garantía posterior a los clientes».

 

El último aspecto a destacar son las reparaciones. La lista de espera para un arreglo es casi mayor que la de instalaciones, llegando en algunos casos a un periodo superior al mes.

 

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