¿Está seguro de que su hijo es suyo? Esta pregunta ronda cada vez más la cabeza de muchos coruñeses y eso ha provocado que las pruebas de paternidad se hayan triplicado en sólo un año.

Según los datos del Instituto de Medicina Legal, laboratorio que realiza los análisis de A Coruña, en 2006 les pidieron cerca de 100 pruebas, el triple que el año anterior, cuando apenas les llegaban 30. «La fiabilidad es del 99,99% y por eso cada vez nos llegan más peticiones», afirma Victoria Lareu, jefa del servicio de Genética Forense del Instituto de Medicina Legal. Y la justicia biológica no da tregua: el 30% de los casos analizados demostraron que en realidad los hijos no eran de quien decían ser.

Pero las sospechas no se quedan entre padres e hijos. A veces, según explican los expertos, al hacer la prueba para demostrar un parentesco para una herencia, por ejemplo, se descubre que un hijo no es tal o que el sobrino y el tío tampoco.

El coste de las pruebas de ADN (que no realiza la sanidad pública) ronda los 1.000 euros, y por ahora ninguna farmacia de A Coruña ofrece los kits que ya están a la venta en otras boticas de España, como en Granada.

El resultado se obtiene a las tres semanas, y pasan por varias manos para un mayor control. A veces, el proceso es más rápido, como en casos de violación, en los que analizan el líquido amniótico para sacar el perfil del ADN del agresor y poder practicar un aborto de forma legal.

La sangre y la saliva dan la clave

La finalidad de las pruebas de paternidad es despejar dudas, pero no a cualquier precio. Para hacerla vale una muestra de sangre, pelo, saliva o tejido, de donde se saca el perfil de ADN con un minucioso análisis. Las pruebas deben hacerse con el conocimiento y consentimiento de la madre o padre, algo obligatorio cuando el hijo es menor. Si lo manda un juez, deben acudir todos los familiares que él ordene.

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