Pakistán sigue sumando capítulos de intensa violencia debido al conflicto interno que vive el gobierno de Pervez Musharraf y los islamistas radicales. Aunque no hay confirmación oficial de la autoría del atentado, todo apunta a que la tensión religiosa que vive el país está detrás de este nuevo ataque.

Un artefacto explosivo ha sido detonado en mitad de un mitin del partido gobernante, la Liga Musulmana-Q, dejando al menos dos muertos y cinco heridos, aunque la cifra de muertos podría aumentar según los primeros datos ofrecidos por la Policía.

El atentado tuvo lugar en la localidad de Dera Bugti, situada en la provincia suroccidental de Balochistán, según fuentes de la Policía de la región, citadas por la agencia estatal APP.

Campaña electoral teñida de sangre

Tariq Massuri, uno de los candidatos regionales del partido de Musharraf, salió ileso del ataque, aunque dos de sus primos murieron por la explosión de la bomba. Los heridos han sido trasladados a un hospital de la región y la Policía ya ha acordonado la zona.

Pakistán se encuentra inmerso en plena campaña electoral, ya que se celebrarán los comicios legislativos el próximo 8 de enero, después de que Musharraf levantara el Estado de excepción hace unos días. Junto al partido gobernante, los ex primeros ministros Nawaz Sharif y Benazir Bhutto están lanzados en actos multitudinarios de cara a obtener el mayor número posible de votos.

Escalada de violencia

La situación que vive el país asiático se agravó después de la ocupación de la Mezquita Roja y la violenta intervención de las fuerzas del orden: los islamistas radicales han sembrado el terror desde entonces mediante sucesivos atentados, el más reciente hace sólo dos días.

El hecho de que Pakistán sea el único país musulmán con armas nucleares agrava los hechos; de hecho, a pesar de que el dirigente Pervez Musharraf siempre ha contado con las simpatías de Washington ya se ha esmerado, durante años, en controlar a los radicales islamistas, sus últimas actuaciones internas han provocado que desde la Casa Blanca se hayan mandado mensajes de desagrado.

Las principales causas de esta tensión han sido las decisiones de Musharraf de proclamar el Estado de excepción y su decisión de cesar y procesar a muchos miembros del Poder Judicial que le eran contrarios. En la otra parte de la balanza está la vuelta al país de la líder opositora, Benazir Bhutto.