Medio ambiente, inclusión social y emprendimiento. Esos son los tres ejes en torno a los que gira Implicados y Solidarios, una iniciativa por la que se premian proyectos humanitarios que ya ha alcanzado su sexta edición.

"Cada vez recibimos más propuestas: empezamos con unas treinta y este año tuvimos que valorar alrededor de 200", explican desde Bankinter, la empresa que promueve esta iniciativa. "Involucra tanto a trabajadores como clientes -a estos a través de la llamada tarjeta solidaria-", añaden.

La votación tiene un triple filtro "para que sea un proyecto 360 grados y plenamente participativo". En un primer paso se eligen diez proyectos, pero como finalistas solo se votan cinco, "aunque todos se llevan premio". En 2016 el ganador recibió 12.000 euros —10.000 el segundo, y 8.000 el tercero—.

Los promotores de Implicados y Solidarios reconocen que las propuestas "van muchas veces en consonancia con la actualidad" y ponen como ejemplo las catástrofes naturales: "Si hay terremotos, incendios o inundaciones, sabemos que nos van a llegar muchas ideas de ayuda en esas zonas". Eso sí, no se obvian los problemas y necesidades más permanentes.

Es el proyecto ganador y el más innovador. Tiene la particularidad, además, de estar hecho por estudiantes. Y sí, es un robot. ¿Su objetivo? Servir como apoyo para los niños con parálisis cerebral.

Es interactivo, totalmente autónomo y capaz de percibir las reacciones del niño y determinar si hace correctamente sus ejercicios. La Fundación Dacer es la que supervisa la utilidad en el uso y si de verdad tiene incidencia en el día a día de los menores.

Lorena Rodríguez, directora de Dacer, explica a 20minutos que el robot está "en fase de desarrollo". Son los estudiantes de la Universidad Carlos III de Madrid los que incorporan "un software específico", y desde la Fundación "valoran su aplicación en niños con parálisis cerebral".

Se lleva usando "más o menos desde el verano" y lo han empleado "unos 15 niños". Lo que plantea Dacer, según Rodríguez, es "ir incorporando novedades a medida que ese software resulte útil en la terapia". El robot funciona "por etapas", dado que "se aumenta la complejidad" según van viendo "que es positivo para los niños".

Orientación educativa tiene también la iniciativa Cada niño importa, promovida por la Fundación Jaime Alonso. No es más que un programa de apoyo y refuerzo escolar, con el que se apoya también la inclusión social.

Pretende la inserción educativa de niños en situación de vulnerabilidad, riesgo de exclusión o con capacidades diferentes, con el fin de promover su bienestar y conseguir su pleno desarrollo personal y social.

Ponen especial atención a aquellos menores que forman parte de familias desestructuradas, en las que el ambiente no sea propicio para su formación. De esta manera, se pone el foco en ayudarles a tener una educación constante que les asegure posibiliddes de futuro.

La presidenta de la Fundación, Celia Abruña, explica que esto empezó en 2013 "como un proyecto muy pequeño, con quince niños que estaban en riesgo de fracaso escolar", pero con el paso del tiempo "la academia ha ido a más" y ahora tienen 250 alumnos de entre cinco y 18 años.

Abruña cuenta que trabajan "en dos vertientes": refuerzan tanto los conocimientos de los niños con altas capacidades como los de aquellos con necesidades especiales. "Hacemos hincapié en la necesidad de que cada uno a su ritmo dé lo máximo", comenta la presidenta, quien sentencia que "lo importante es que se vea como un elemento personalizado".

Los devastadores incendios que asolaron Galicia hace meses hicieron que la población pusiera el grito en el cielo. El tiempo ha pasado y sigue siendo necesaria una buena reforestación de las zonas afectadas. El Concello de As Neves —afectado en un 90%— verá algo de luz gracias al proyecto Plantando una vida.

La idea tiene una doble vertiente. Por un lado, se darán charlas informativas en todos los centros escolares de la zona centrándose en la reforestación, la importancia del cuidado del medioambiente y la prevención de incendios.

Posteriormente, y en cada centro educativo, se va a crear un vivero con las especies autóctonas que los propios alumnos van a cuidar, para que en el momento en el que el proyecto de repoblación global se ponga en marcha, se pueda trasplantar cada vivero a una zona determinada.

Es una manera de transmitir a los más pequeños la necesidad de la constancia a la hora de cuidar los diferentes ecosistemas. El objetivo final es que cada niño tenga su propio árbol.

Otro de los ejes en torno a los que gira la iniciativa es la educación. Precisamente, el proyecto de Cooperación Internacional llamado Kankindi tiene como objetivo fomentar el acceso a estudios elevados de las jóvenes en Kenia.

La meta es conseguir que la formación sea segura. Consideran que "mejorar África consiste en mejorar a sus habitantes", y por eso enfocan sus trabajos en las zonas rurales con un doble objetivo: financiar los estudios a mujeres rurales que, en sus futuras empresas, tendrán la obligación de contratar a al menos una mujer en situación desfavorecida.

El proyecto es una cadena: de la financiación se pasa a la formación y de ahí a una mayor presencia femenina en las entidades.

También se ha echado una mirada a la situación laboral. La Fundación Exit ha lanzado eDuo, que tiene como objetivo luchar contra el paro juvenil, sobre todo en el caso de aquellos que se encuentren en riesgo de exclusión social.

Tal como se explica desde la propia organización, los jóvenes alternan la formación en un centro educativo con la formación en empresa, mediante un sistema de prácticas, que incluye una serie de becas para que la carrera profesional pueda tener continuidad.

Un objetivo principal: la motivación. Buscan que haya una doble consecuencia en esta iniciativa: por una parte, que no haya abandono escolar —tampoco en secundaria— y por otro lado, que puedan combinar su asistencia a las clases con una labor externa, en empresas.

Desde Exit explican que en las 42 ediciones de eDuo han participado "unos 600 jóvenes y cinco grandes empresas". Se desarrolla en cuatro ciudades: Bilbao, Burgos, Madrid y Barcelona. De todos los beneficiarios del proyecto "el 80% continúa estudiando y el 49% ha encontrado trabajo". Lo más positivo, dicen, es "la continuidad que se ha logrado".