Son las dos de la tarde en Valladolid y, pese a que el sol luce al medio día, el aire sopla y en la Escuela Municipal de Golf, en la carretera de Renedo, el frío se cuela hasta en los huesos. Sin embargo, allí está Óscar, dispuesto a dar una nueva clase. «Empecé a jugar a los 13 años. El jefe de mi padre buscaba compañero para jugar y no le quedó otra. Yo había dejado el atletismo y me llevó a Entrepinos a jugar (único campo que había)», comenta.
Unos cuantos años más tarde, después de acabar COU y un par de módulos de grado superior de sistemas de telecomunicación y diseño de web, hizo el curso de monitor de golf. «La verdad es que era y es una buena salida profesional. Hay bastante demanda y pocos profesores». Desde entonces han pasado cinco años y de momento no se ha cansado. «Hay veces que puede ser monótono repetir lo mismo, pero intentas variar.
Unas veces sales al campo, otra te quedas en el de prácticas a tirar bolas, entrenas el putt... Lo peor, el frío y el calor, aunque eso depende de la zona donde trabajes».
Una de las particularidades de este profesor es que los alumnos son de todas las edades.
«Es que cualquiera puede jugar y bien al golf, hombres, mujeres, delgados, gordos...
Además, no es necesario ser muy bueno para pasártelo bien. Te buscas un compañero de tu nivel y pasas un buen rato en el campo».
Los consejos para jugar: «Comprarse unos palos, que por 100 1 los hay de segunda mano, tener mucha paciencia y echarle tiempo. Y ya está, porque, aunque es difícil, en cuanto das una buena bola ya te has enganchado».
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