Su furgoneta está destrozada: un golpe la acaba de desplazar quince metros hacia delante y tres carriles a la derecha. El cuello le duele y, cuando consigue salir del vehículo, la Policía Nacional le está apuntando con sus armas.
«Parecía el ‘Apolo XIII’»
«El furgón voló, parecía el Apolo XIII», comenta Íñigo. Acababa de cargar la zodiac y su equipo de buzo para inspeccionar un pantano cuando, «a la salida de O’Donnell, un coche de la Policía me impedía el paso. Me paré... y entonces sentí el golpe».
Los agentes perseguían a dos coches de aluniceros (ladrones que estrellan su vehículos contra los escaparates para desvalijarlos). «Venían detrás de mí. Estoy sin furgoneta porque la Policía la usó de parapeto», dice el buzo.
Pero lo peor estaba por llegar. El accidente ocurrió el 12 de septiembre y ni su seguro ni el Consorcio (la aseguradora pública) han revisado aún su furgoneta. «Se pasan la pelota unos a otros, porque los coches que colisionaron conmigo eran robados... ¿Y cómo me voy yo ahora a bucear?», se pregunta.
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