Desde hace unas semanas, una quincena de personas, trabajadores y familias, que argumentan que no pueden pagar una vivienda, viven en estos pisos, que aseguran están cerrados y abandonados desde hace tiempo. «Nosotros no somos okupas, si pudiésemos pagarnos un piso no hubiésemos entrado en estas viviendas abandonadas», aclara a 20 minutos Sara, una de las personas que viven en el edificio de la calle Avinyó.
No se trata de una asociación o de un grupo de jóvenes anarquistas, insisten los ocupantes. Tienen en común únicamente la incapacidad para acceder a una vivienda.
Nuevo estilo ‘okupa’
Ésta es la cuarta Promoción de Vivienda Realmente Pública. Antes se rehabilitaron bloques de las calles Tallers, Amargós y Magdalenes, donde viven actualmente una cincuentena de personas.
«La vivienda es un derecho que debe estar garantizado y que no puede depender de un sorteo», argumentan. Crearán más «promociones» sin sorteo ni hipotecas desorbitadas. Pero extraoficiales.
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