El hombre, la naturaleza y lo espiritual. Con estas palabras podría sintetizarse el trabajo del fotógrafo Fernando Maselli (Buenos Aires, 1978). La editorial de La Fábrica ha publicado recientemente el libro Artificial Infinite (Infinito Artificial), un volumen de 64 páginas que recoge algunas de las mejores fotografías de la serie del mismo nombre que, por cierto, podrá verse en el Museo de la Universidad de Navarra a partir del 8 de noviembre. Momento perfecto, por tanto, para adentrarse en el impactante trabajo de este artista.
Las fotografías de Maselli se nutren básicamente de su pasión por la inmensidad de la naturaleza, sobre la que gira gran parte de su obra. Parten de una cuidadosa preparación técnica pero también física. Para este proyecto, en concreto, tuvo que realizar cursos de alpinismo y entrenar durante un año para poder llegar a esos parajes de alta montaña, donde pasó varios días retratando el mismo macizo montañoso desde todos sus ángulos.
Luego, de vuelta a casa, llega el trabajo de manipulación, y lo que previamente ha fotografiado al natural se transforma mediante la fragmentación, la repetición, la multiplicación y la superposición de volúmenes para recrear paisajes imaginarios.
Lo que le inspira, según él mismo dice es "un sentimiento de dolor, angustia o temor, unido a la conciencia de nuestro ser diminuto y débilmente plantado ante la inmensidad y el caos". Y esa revelación solo es posible ante la inmensidad de la naturaleza: "suelo hacer largas expediciones donde me adentro en lugares poco frecuentados para lograr captar parajes donde no haya intervención humana, mi búsqueda de lo sublime empieza por alejarme de toda civilización".
De la escuela de Düsseldorf a la escuela del Río Hudson
Dice sentirse influido por la escuela de Düsseldorf, por la manera fría en la que presentan sus motivos; y entre ellos, Axel Hütte, Andreas Gursky y Thomas Struth. También la pintura romántica de Caspar David Friedrich, William Turner o la escuela del Río Hudson.
Como explica el catedrático y escritor Eduardo Martínez de Pisón en el texto El noveno día, que acompaña a las imágenes del libro: "El artista es un creador de mundos. Puede pintar con fotografías, componer con las formas del planeta nuevos planetas. El artista hace montañas ideales que nacen y se multiplican desde las montañas tangibles y solo existen en su modo de mirar el mundo y de contárselo gráficamente al observador afín".
Nacido en Buenos Aires a finales de los setenta, estudió Bellas Artes y posteriormente se traslada a Madrid. En 2008 empieza a colaborar en la revista Madriz, realizando una serie de proyectos fotográficos para 15 números que ilustran su particular imagen de la ciudad. Sus últimos trabajos –Hierofanías, Infinito Artificial, Anunciación y Tempestades- están íntimamente relacionados con el paisaje natural.
Su obra ha sido reconocida con numerosos premios, como el SPD - Society of Publication Designers (Nueva York), el W-CA Contemporary Landscape Photography Open (UK), el Premio Joven de Artes Plásticas de la Universidad Complutense (España) o el Premio ITAÚ de Artes Plásticas (Argentina).
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