Todos estos datos los dio a conocer ayer el consejero de Justicia, Joseba Azkarraga, que expresó su preocupación por el colectivo. Por ello, anunció que su departamento estudia medidas concretas para hace frente a las agresiones a inmigrantes. Un tercio de los condenados son extranjeros. Una proporción que crece año a año, expresó Azkarraga.

Beatriz Zalacain sabe por qué ocurre esto. Es responsable de la Asociación de Mujeres Inmigrantes de Euskadi. «Hay culturas extranjeras mucho más machistas que la vasca. Además, hay foráneas que sólo cuando vienen aquí cogen conciencia de que sufren una situación injusta».

Zalacain cuenta que hay mujeres que al inmigrar comienzan a salir con sus amigas, exigir reparto de tareas... «Y su pareja explota». Bueno, también señala que ciertos jueces condenan más fácil a un inmigrante que a un vasco.

Las mujeres inmigrantes son más vulnerables porque no tienen lazos familiares y desconfían de ir a la Policía si no tienen papeles. Pero no son las únicas. Este año en Euskadi se han registrado una media 10,6 denuncias diarias, de las que 6 son en Vicaya. Todas ellas han sumado 3.869.

Esta cifra ha aumentado un 89,5% desde 2002. Las asociaciones de apoyo a las mujeres suelen aclarar que esto no se debe al aumento de agresiones, sino a la toma de conciencia de las mujeres.

Ellas cumplen y denuncian, y en el 80% de los juicios celebrados el acusado es condenado. Pero a menudo las víctimas padecen un machismo enquistado. La mitad de los maltratadores sentenciados niegan ser culpables. En 2007 han muerto 2 mujeres por violencia de género en Euskadi.La mitad de las veces que una mujer pone una denuncia, el juez decreta una orden de protección. Cada día en Euskadi se dictan un promedio de 5 órdenes.

Murales: Grupos de adolescentes pintarán este fin de semana murales en las calles de 25 municipios vascos con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género de este domingo.

Dejar de ser víctima en un país distinto

Patricia. Colombiana en Bilbao, con años de maltrato detrás 

«Él me pegaba... ¿a dónde podía ir yo?

«Venía del hospital. Tenía el pómulo morado y las placas de rayos X en la mano. Pasé por la comisaría de la Ertzaintza en Bilbao. Estuve un rato detenida. No entré. No me atreví. En casa él volvió a llorar, a suplicar. Decía que estaba borracho, que no pasaría otra vez. Pero sí pasó».

Es el relato de Patricia, colombiana que lleva 7 años viviendo en Bilbao. Tiene una hija joven y fue maltratada durante año y medio por su pareja, también colombiano. «El hombre colombiano es muy machista. Cuando llegaba el jueves, yo me ponía mal. Él se iba a callejear, a beber con mujeres y volvía cuando se cansaba, borracho y me pegaba de nuevo. Un médico de Basurto me dijo que le denunciara, pero no pude.

Aquí me veía sola. Sin amigos, ni familia. Mi hija y yo. Me decía: ‘¿A dónde voy?’. Un día desperté. Dejé de creerme sus lágrimas, de salir a buscarle por la noche. Mi hija sufría, yo me quería matar. Llevé su ropa a casa de su hermana y cambié la cerradura. Dije: ‘Ya está’. Me quedé en mi casa, que yo pagaba con el dinero de mi trabajo».