El juicio contra el arzobispo de Granada quedó ayer visto para sentencia. En sus conclusiones finales, la Fiscalía pidió la absolución del religioso y lo calificó de «víctima» y al proceso de «insólito».
Además consideró que el cura denunciante ha actuado «con mala fe», por lo que solicita que pague las costas. La acusación reiteró su petición de una multa de unos 50.000 euros. El arzobispo ejerció su derecho de última palabra para decir que nunca pretendió hacer daño a nadie y que sólo quiso «gobernar bien su Iglesia».
Los seis testigos que declararon ayer cerraron filas en torno a su figura. Afirmaron no tener constancia de que el arzobispo tuviera animadversión hacia el sacerdote Francisco Javier Martínez Medina. El deán de la catedral, Sebastián Sánchez, llegó a decir que si el cura denunciante «hubiera obedecido, seguiría como sacerdote».
El prelado ha sido juzgado por injurias, calumnias, acoso moral, lesiones y coacciones a un sacerdote de su Diócesis.
Síntomas de acoso laboral
Durante la vista de ayer también declaró una perito psicóloga cuyo informe trató de ser desmontado por la defensa del arzobispo de Granada. En su trabajo, la psicóloga destaca que el cuadro anímico que presenta el sacerdote denunciante es «una sintomatología compatible con el acoso laboral».
En la sesión anterior, el propio querellanto aseguró que en los últimos tiempos ha sufrido varias depresiones.
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