BIO Tiene 56 años y fue el presidente del Foro de Ermua hasta septiembre. Ahora es miembro del partido de Rosa Díez.

Mikel Buesa dirige la cátedra de Economía del Terrorismo de la Complutense, un equipo formado por seis profesores que ya llevan trabajando año y medio. Su último estudio ha analizado el coste económico que han supuesto los últimos atentados de ETA, el coste de la kale borroka (terrorismo callejero) y el dinero que obtiene la banda extorsionado a los empresarios vascos y navarros.

¿Cuál es la situación de ETA actualmente?

A pesar de la detención de la cúpula de Batasuna, ETA tiene capacidad política con la presencia de ANV en los ayuntamientos. También ha reconstruido buena parte de su base financiera, aunque ha sufrido una merma de su base humana gracias a las últimas operaciones policiales. El proceso que ha seguido el Gobierno después del fracaso de las negociaciones ha permitido una reducción de la calidad etarra.

Su informe revela que la extorsión etarra ha recaudado este año 4,6 millones.

Es la recaudación potencial, razonable y algo conservadora, ya que sólo hemos contabilizado las ocho oleadas de cartas enviadas por la banda terrorista. El 10% de los empresarios acaban pagando.

Es decir, que ETA tiene capacidad económica para seguir matando.

Lo más significativo no es la cifra que recauda, sino la tendencia alcista de la extorsión, ya que sus necesidades económicas han crecido ya que han crecido sus costes ante la nueva oleada de violencia que ha empezado.

¿Qué opinión le merecen los empresarios que pagan el impuesto revolucionario?

Puedo entender su miedo. Pocos empresarios son procesados por este motivo alegando lo que en derecho se llama estado de necesidad. Pero creo que hay que hacer una reforma legislativa para castigar al que paga. La gran mayoría no paga y no paga con el gran sufrimiento y el miedo que esto supone. Los que se resisten a la extorsión no tienen reconocimiento y para mí son unos héroes. Los que pagan, en cambio, son unos cobardes, son eximidos de responsabilidad y merecen el reproche de la sociedad.