El control de las zonas de marcha nocturna en Benalmádena se ha convertido en un círculo vicioso. Un máximo de 17 policías locales –la Nacional no ofrece datos– vigilan los sábados toda la franja costera (entre Torremolinos y Fuengirola) y tienen que controlar a 15.000 jóvenes, como los de 18 y 20 años que presuntamente acuchillaron hasta la muerte a un adolescente el domingo en la plaza Solymar.

Una cifra escasa que no permite dedicar patrullas a hacer cumplir a los bares de copas los horarios de cierre, pero que sí ha redoblado esfuerzos para endurecer los controles de alcoholemia junto al puerto (viernes y sábados, de 1.00 a 7.00 horas).

¿Y el botellón? En la actualidad se lleva a cabo en cualquier lugar, pero el Ayuntamiento ya trabaja en la búsqueda de una ubicación definitiva –como dicta la legislación andaluza– en una zona de interior, es decir, lejos de Solymar y puerto Marina, porque esas zonas están plagadas de viviendas. Pero este futuro botellódromo –tras el que no se permitirán los espontáneos– tendrá que estar vigilado obligatoriamente por dos parejas de agentes:

«La pescadilla que se muerde la cola», remata el alcalde, Javier Carnero (PSOE), quien hoy se reúne con el subdelegado del Gobierno, Hilario López Luna, para tomar medidas.

En detalle

Entierro de la víctima

Tuvo lugar ayer, en Parcemasa, tras un funeral al que asistieron más de cien familiares y amigos.

Jóvenes de fuera

Desde hace dos fines de semana ya se está sancionando a jóvenes por beber en la calle.

«Y el 82% de los que multamos no son del municipio», detalla el alcalde, quien está encantado con las visitas, pero tiene una idea clara: «No estoy dispuesto a que Benalmádena se convierta en el botellódromo de la provincia».

Policías «desmotivados»

La Confederación Española de Policía cree que faltan agentes de la Nacional y los que hay están «desmotivados» porque el puerto es una «jungla».

Y el Sindicato Unificado pide que Benalmádena tenga comisaría propia (ahora la comparte con Torremolinos).

Vecinos

Los que no se mudaron por el ruido hablan de inseguridad y suciedad como males crónicos, aunque creen que en este mandato se están tomando más medidas.