Los ultramarinos se convierten en barras de bar por las noches

Nuevas tiendas de alimentación venden alcohol en zonas de marcha. Los vecinos protestan. Multan a 3 este año y a 14 desde 2000 por servir a menores. Y una furgoneta hace venta ambulante.
Es lo mismo –kalimotxo–, pero más barato. Ahí radica su éxito. En los últimos años están proliferando en las zonas de marcha de Bilbao las tiendas de alimentación que venden alcohol 24 horas. Crecen como setas por el Casco Viejo, Bilbao La Vieja... y los regentan inmigrantes casi siempre. Sólo en Iturribide hay cuatro.

Sirven al parrandero joven de bolsillo escueto. Un cubalibre en bar viene a costar cinco euros tirando por lo bajo. Pues bien, estos ultramarinos a deshora ponen una botella de ron y dos litros de Coca-Cola por menos de diez euros. Y la litrona de kalimotxo, por no más de tres euros. Es perfectamente legal, siempre y cuando no vendan alcohol a menores.

Pero sí venden. «Pase por Iturribide un sábado por la noche. Verá como sirven a chavales», invita Javier Rodríguez, presidente de la asociación de vecinos del Casco Viejo, Bihotzean.

La Policía Municipal ya lo sabe, aunque no tanto como quisieran los vecinos. Ha sancionado a tres comercios en Bilbao este año por vender alcohol a menores. Desde el año 2000, 14 locales han sido multados por esta práctica. Son sanciones que van de 300 a 3.000 euros, según el número de chavales consumiendo, la graduación de la bebida...

Pero la noche siempre ha sido esquiva para la Policía y hay una furgoneta que deambula de vez en cuando por el Casco Viejo vendiendo litronas y katxis a precio de saldo. Bihotzean ya lo ha denunciado a la Policía, pero nadie les ha echado el guante.

La deshora se paga. Todos estos establecimiento de ultramarinos cobran más que un súper al uso. Una tienda en La Naja anuncia: «Desde las 22.00 horas, todo producto lleva un recargo del 10%».

«Ya se saben el truco»

«Ya se saben el truco. Antes la Policía cerraba estos locales porque tenían licencia de tienda de golosinas y no podían vender alcohol. Ahora, los dueños piden una licencia de alimentación, y nadie les dice nada», lamenta el presidente de la asociación vecinal del Casco Viejo. Eso sí, la presión social logró el pasado año que clausuraran las dos tiendas que vendían alcohol en la plaza de Unamuno. Tras recibir quejas, el Ayuntamiento no prorrogó el alquiler del local a sus arrendatarios.

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