Donde la ciudad ya no es asfalto, sino casas cuyas luces brillan unos kilómetros más abajo, un puñado de personas siguen siendo ciudadanos a pesar de carecer de las comodidades esenciales. Más de 5.000 personas viven en núcleos diseminados en Málaga capital (600.000 residentes), según los datos del padrón municipal de habitantes.

Estas áreas consisten en grupos de viviendas unifamiliares del extrarradio, dispersas y habitualmente fuera de la legalidad. Los principales problemas de los núcleos diseminados estriban en que los caminos están sin asfaltar (al ser terrizos, la lluvia los deteriora), carecen de alumbrado público, abastecimiento de agua y saneamiento. Beben de pozos, pero la sequía lo pone cada vez más difícil; y obtienen la luz como pueden.

Un origen complejo

Las primeras casas de los núcleos diseminados nacieron como estancias agrícolas. Hoy son las segundas residencias de personas que viven en el casco urbano o el hogar diario de miles de ciudadanos.

Desde los colectivos vecinales se trata el tema con prudencia. Defienden el derecho de las personas a disfrutar de los servicios básicos, pero no se obvia el origen ilegal de muchas casas y los intereses especulativos en áreas muy sensibles, como la franja entre la ronda este y el Parque Natural Montes de Málaga.

El PGOU reconocerá 11 áreas

El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) en tramitación abre la puerta a la legalización de 11 núcleos diseminados (808 personas): Salinas, Los Ruices, Cortijillo, Costilla, Los Pintados, Los Gámez, Venta del Boticario, Las Breñas, Venta El Detalle, Piedra Horadada y Haza Carpintero. Son los más antiguos. En su periodo de sugerencias, el PGOU ha recibido una veintena de propuestas ciudadanas para regularizar otras casas del extrarradio. Urbanismo no las atenderá y recuerda que son viviendas ilegales.