Los vecinos de la calle San Jacinto se quedan sin sus pasos de cebra

Ocho de los nueve cruces para peatones de esta zona de Triana están casi borrados. El más peligroso, el del colegio Protectorado.
Una alumna del Protectorado atraviesa uno de los pasos de cebra más peligrosos de esta calle. (V. Hidalgo)
Una alumna del Protectorado atraviesa uno de los pasos de cebra más peligrosos de esta calle. (V. Hidalgo)
Una alumna del Protectorado atraviesa uno de los pasos de cebra más peligrosos de esta calle. (V. Hidalgo)

Los vecinos de Triana están expuestos al peligro de un atropello cuando cruzan la calle San Jacinto de una acera a otra. La calle más transitada del barrio tiene la mayoría de sus pasos de cebra casi totalmente borrados.

La vía consta de nueve cruces para peatones, contando los tres de la antigua fábrica de Hispanoaviación, y ocho de ellos están en muy mal estado. Los vecinos aseguran que hace años que no se han vuelto a pintar y lamentan que el Ayuntamiento tenga tan abandonada esta calle. «Está totalmente olvidada. Adoquines levantados, baches, charcos. Y todos los pasos de cebra han desaparecido. Hay peligro en aquellos que no hay semáforo», dice Joaquín Estévez, comerciante.

El más peligroso, de hecho, es el que está a las puertas del colegio Protectorado de la Infancia, donde el año pasado una anciana perdió la vida al ser arrollada por una furgoneta. Aquí, cada mañana, «agentes de la Policía Local tienen que regular el tráfico para que los niños crucen seguros a la entrada y salida de clase», explica Marisa, que trabaja frente al colegio, «hacen falta que pinten pasos nuevos ya».

Los vecinos critican que se pavimenten calles céntricas y se olviden de los barrios.

«Pagamos impuestos para que nuestro barrio esté bien, con calles decentes para que el ciudadano vaya con seguridad», dice Ángeles González.

Ya lucen las farolas nuevas

La semana pasada, el Ayuntamiento comenzó a reponer nuevas farolas en San Jacinto a raíz del artículo publicado en este diario el 26 de octubre donde se denunciaba, con la pista de un lector, la caída de una farola que estaba podrida. Era ya la tercera que se derrumbaba en dos años. Tras la llamada de 20 minutos, el Consistorio mandó a los técnicos a revisar el estado de las mismas. La mayoría tenía sus bases de hierro oxidadas por el paso del tiempo y los orines de los perros. Todas ellas ya han sido sustituidas.

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