En medio del bullicio de la calle Cavanilles (Retiro) se abre paso entre los bloques de viviendas un callejón en el que el silencio y el tiempo parecen haberse detenido.
Este pequeño barrio, situado en el número 40 de la calle y muy cercano a Conde de Casal, lleva en pie desde hace más de cien años y está compuesto por una veintena de casas bajas sin licencia, típicas de las construcciones rurales, rodeadas de plantas y árboles frutales. Ahora sólo están habitadas ocho viviendas, la mayoría por jubilados. Aunque la calle está sin asfaltar, los inmuebles se están derrumbando y el servicio de agua «es ilegal», según reconocen los residentes, ellos no quieren irse de su barrio.
Algo parecido le ocurre a Amalia Álvarez, de 75 años, que asegura «tener todas las comodidades».
El PSOE denunció ayer las condiciones de estas infraviviendas.
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