En octubre de 2006, el presidente de EE UU, George W. Bush, firmó una nueva partida presupuestaria para el departamento de inmigración, que incluía un presupuesto de 910 millones de dólares y la construcción de un muro de 1.120 kilómetros en la frontera con México. El objetivo: frenar la inmigración ilegal que entra en el país.

No se conocen las cifras oficiales de entrada de ilegales en EE UU a través del desierto de México, pero ahora se ha sabido que muchas veces no es necesario jugarse la vida para entrar en territorio estadounidense.

Según un informe de la Oficina de Contabilidad del Gobierno (GAO en inglés) sólo en 2006, cerca de 21.000 personas entraron de manera ilegal en el país por uno de los 326 puntos fronterizos, custodiados por la Agencia de Protección de Fronteras. Las razones, según este informe, se encuentran en la falta de formación de los empleados, su complacencia y desmotivación, según informa la CNN.

El responsable del informe, Richard Stana, ha asegurado en la mayoría de los que entran son inmigrantes económicos y no "presentan ningún riesgo para la seguridad" aunque reconoce que, en algunos casos, "puede ser gente relacionada con un cometido criminal".