Los delincuentes de 14 y 15 años se triplicaron en tan sólo cuatro años

Se emprendieron acciones judiciales contra 580 menores durante 2006. Cada vez hay más chicas que pasan por los juzgados.
La delincuencia juvenil va a más en la comunidad gallega y sube como la espuma entre los que aún no han cumplido los 16 años.

Porque, paradójicamente, mientras que en 2006 los casos de infracciones de menores de 16 y 17 bajaron respecto a 2005, entre los más jóvenes no paran de aumentar y en cuatro años se han triplicado. Además, cada vez hay más chicas que comparecen ante un juez.

Según los datos recogidos en el Plan Estratéxico Galego da Infancia e da Adolescencia de la Vicepresidencia da Igualdade e do Benestar, el pasado año se emprendieron acciones judiciales contra 580 menores y de éstos, al menos en torno a un centenar pasaron dos veces por el juzgado. La reincidencia explica que estos 580 chicos cometiesen 680 delitos.

Subida del 180%

Otro dato preocupante: desde 2001 las infracciones juveniles se han disparado, aumentando un 180%. En cualquier caso, la evolución de la delincuencia es muy diferente en función de la edad. Así, entre los jóvenes de 16 y 17 años el incremento de casos se fue ralentizando hasta que el pasado año empezó a descender: en esta franja de edad se cometieron 410 delitos, 41 menos que el año anterior.

Sin embargo, entre los chicos de 14 y 15 años ocurre precisamente lo contrario: cada vez cruzan más la raya entre lo legal y lo ilegal. Si hace cuatro años los chicos recién entrados en la adolescencia cometieron 91 infracciones, el pasado fueron 279, es decir, el triple. Y con esta tendencia no es de extrañar que firmen cuatro de cada diez delitos cometidos por los adolescentes.

Y si la extremada juventud de los delincuentes es llamativa, no lo es menos el hecho de que cada vez haya más chicas. En 2003 pasaron por el juzgado 31 y el pasado año ya fueron 90. Con todo, siguen siendo una clara minoría.

La mejor receta: reeducación

Cuando un menor pasa por el juzgado por algún delito, el magistrado tiene dos opciones: o ingresarlo en un centro o imponerle alguna medida de reeducación que no le obligue a abandonar el hogar. Esta última es la opción favorita de los jueces. De hecho, en 2006 se dictaron la mitad de internamientos de las llamadas ‘medidas de medio abierto’. De éstas, la más habitual es la libertad vigilada, seguida a mucha distancia de las prestaciones en beneficio de la comunidad y de la prohibición de salir de casa el fin de semana.

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