Psicólogos encuentran casos "desoladores" en personas con autismo con 11 o 15 años "sin un diagnóstico certero"

  • Los psicólogos siguen encontrando casos "desoladores" de diagnósticos de Trastornos del Espectro Autista (TEA) en adolescentes que tienen entre 11 y 15 años y que llegan a sus consultas "con una sospecha muy antigua pero sin un diagnóstico certero" a pesar de los enormes avances que se han producido en este área.

Así lo ha hecho saber la psicóloga Noelia Férez López, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de la Región de Murcia y coordinadora técnica de ASTEAMUR, coincidiendo con el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, que se celebra este domingo, 2 de abril.

Ha indicado que este tipo de diagnósticos tardíos se producen, sobre todo, en los TEA con menos necesidad de apoyo o Síndrome de Asperger, tal y como ha podido constatar en su experiencia diaria.

Actualmente, ha señalado que el abordaje del TEA "ha experimentado una notable transformación" y "hemos pasado por años difíciles donde la coordinación entre los tres ejes fundamentales de la intervención del autismo, formada por la Sanidad, la Educación y el tratamiento terapéutico, ha sido "compleja".

Y es que "no existían protocolos adecuados de comunicación, no veíamos los mismos patrones y no abordábamos el trastorno del niño de una manera multidisciplinar, aunque los grandes teóricos del autismo así lo decían", tal y como ha indicado Férez.

Ahora, en cambio, remarca que la Región de Murcia ha protocolizado el proceso de diagnóstico y los distintos profesionales de las diferentes ramas que intervienen con la persona con TEA han ocupado su "rol". Y, sobre todo, "hemos empezado a coordinarnos para que el tratamiento vaya en una misma dirección, aunque nos quedan muchas cosas que pulir", ha reconocido esta psicóloga.

Ha valorado "muchísimo" como profesional la mejora notable que se está produciendo en el diagnóstico precoz, y cómo se ha podido reducir la edad en la que se empieza a intervenir, "aprovechando al máximo la capacidad de un cerebro plástico y receptivo".

En este sentido, ha instado a entender que el concepto TEA lleva asociada una palabra muy importante, espectro, y al igual que en un espectro de luz, "podemos encontrarnos una amplia diversidad de presentaciones del cuadro que, en algún momento de la vida del niño, adolescente o adulto, le produce una alteración social que puede ser más o menos reconocible".

Como psicóloga, Férez ha recordado que comenzó a trabajar en TEA hace 10 años suponiendo su conocimiento y abordaje un importante impacto en su desarrollo profesional lo que le llevó a dirigir su trabajo hacia ese campo, ya que el diagnóstico en la infancia "no es fácil, salvo en el autismo con más necesidad de apoyo". Las familias, añade, "sufren unos años muy convulsos de búsqueda de etiquetas y terapias que les ayuden a identificar el problema de su hijo o hija".

El impacto en una familia de la palabra autismo o TEA, según Férez, "es brutal, porque es difícil de entender una discapacidad que no se ve, cuyas señales de alarma son alteraciones del neurodesarrollo en niños muy pequeños, y porque, aún hoy, tenemos en nuestra cabeza la imagen típica del niño con autismo que la sociedad ha transmitido".

"El duelo de la familia es complicado, y necesita una labor de información, asesoramiento y acompañamiento muy importante", según la psicóloga, quien ha destacado que éste y otros muchos motivos más ligados a sus preferencias personales hacia la atención a la infancia le llevaron a "enamorarse" de esta parcela de la profesión y a involucrarse de lleno en ASTEAMUR.

En cuanto a la repercusión del TEA, cree que en los últimos años "se ha crecido mucho en sensibilización social". El movimiento asociacionista, en su opinión, "ha generado en la población campañas importantes primero de visibilidad y luego de inclusión".

A su juicio, los resultados "son positivos" y, como profesional, observa "menos miedo a la hora de hablar de autismo", aunque cree que "aún nos queda mucho por hacer a nivel de inclusión social, porque el niño TEA de hoy será un adulto mañana que, desgraciadamente, hoy por hoy tiene menos posibilidades que el resto de tener un trabajo digno, de recibir una formación superior adaptada o de vivir de forma independiente como cualquier otra persona con discapacidad".

Por su parte, Férez cree que los profesionales deben trabajar "para, por y junto a las familias", y "es un trabajo en equipo, dónde la clave está en centrar la intervención en la persona de manera individualizada".

Finalmente, ha animado a los profesionales de la psicología "a conocer más sobre este trastorno, y que desde las universidades se invierta más en investigación y a que podamos ofrecer a las personas con TEA los tratamientos más adecuados".

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